¿Cuántas de nosotras conocemos mujeres que viven violencia y cuántas de ellas logran salir de esa situación? Quienes logran hacerlo se debe a una decisión valiente en medio del miedo, que ellas mismas han tomado, con inseguridad, con dudas y heridas; pero con la fuerza de decidir que ya no quieren vivir más en esa situación y que debe parar.
Para tomar esta decisión y sostenerla, deben existir círculos afectivos que las respaldan y apoyan, que las animan a continuar con ese proceso y que les hacen sentir y ver lo que valen.
Pero ¿cuántas mujeres no logran salir? Sometidas a crueles humillaciones, maltratos, abusos, violaciones, despojos.
Respecto a la violencia que viven las mujeres, el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (BANAVIM), ha registrado en el estado de Tlaxcala 21,517 casos de violencia contra niñas y mujeres. Los perpetradores han sido hombres, quienes al hacer uso del privilegio que les da el patriarcado se sienten con el derecho de ejercer violencia física, psicológica, patrimonial, sexual, de explotación o feminicida.
El origen de esta violencia tiene raíces en el machismo y el patriarcado, que a través de diversos mecanismos reproducen y perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres y que culturalmente refuerzan las violencias a través de la televisión, las redes sociales, las revistas y los medios de comunicación.
Cuando las mujeres deciden denunciar la violencia que viven, se encuentran con un primer obstáculo, la atención y el trato que reciben de las personas que trabajan en las instituciones de procurar atención y justicia. Desafortunadamente no es el más adecuado y acertado que pueda existir, no tienen la sensibilidad suficiente para acoger a las víctimas, se excusan diciendo que el caso no es de su competencia, que simplemente no es de su área y no les corresponde atenderles y, aunque puede ser cierto, es importante que quien las atiende canalice de manera adecuada la demanda, pues puede ser que denunciar no sea la primera opción de la víctima, sino recibir atención, protección o dejar constancia del hecho. La atención a las mujeres víctimas de violencia requiere un trato adecuado que les permita continuar con la denuncia, hacerlas sentir escuchadas y atendidas y no simplemente abonar al desanimo y desaliento de continuar. Si esas condiciones no se dan, entonces las instituciones se convierten en otro elemento más que sirve al sistema patriarcal, pues alimenta que la violencia siga permaneciendo y creciendo.
Desde las comunidades observamos que la violencia hacia las mujeres sigue presente , por ello el Centro Fray Julián Garcés junto con los grupos comunitarios y pastorales que acompañamos y las Organizaciones de la Iniciativa Popular, entregamos agendas de prevención de la violencia y/o la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual a Instancias Municipales de la Mujer de los siguientes municipios: Papalotla, San Pablo de Monte, Tlaxcala, Huatzinco, Chiautempan, Apizaco, Teolocholco, Nopalucan, Totolac, Acuamanala, misma que contiene acciones concretas para prevenir la violencia. El 26 de junio del año en curso en medios digitales apareció una nota donde se informaba que el Instituto Estatal de la Mujer, ha capacitado y sensibilizado a funcionarios, servidores públicos en materia de violencia de género contra niñas y mujeres en Tlaxcala, sin embargo, en la entrega de agendas nos hemos encontrado con que las instancias, no comprenden de manera adecuada la violencia hacia las mujeres, especialmente las violencias extremas como la trata, la desaparición y el feminicidio, no cuentan con el personal suficiente para implementar la agenda, algunas no tienen programas que les orienten como prevenir la violencia y en su totalidad no tienen presupuestos para implementar acciones.
Sexenio tras sexenio se anuncian capacitaciones, pero mientras ello no se concrete en una atención eficiente y presupuestos suficientes para atender a las mujeres víctimas de violencia, se seguirá simulando que existe preocupación por la violencia que viven las mujeres y se podrá decir que el derecho de vivir libres de violencia, lo más elemental para cualquier mujer, por lo menos en Tlaxcala no existe.
Margarita Sánchez Cruz
Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C.
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