Por Juan F. Rodríguez S.
Le hemos dado a las redes sociales, el poder para determinar «el tema» de la agenda pública, en una doble dimensión: local y global, sin considerar las consecuencias de ello.
Es pertinente concebir ese espacio virtual, como una ágora[1] ficticia, que es, al mismo tiempo, asamblea, fiscalía y órgano de ejecución (redcracia). La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han[2], no podría existir sin esos mecanismos que crean espejismos de una libertad falaz. Somos víctimas y verdugos. Sin darnos cuenta, regresamos a la caverna de Platón. ¿Tenemos miedo a ser libres?
El contexto descrito, se ha vuelto una especie de caldo de cultivo para la posverdad, que legitima un pensamiento hueco, sin argumentos y sin reflexión, naciendo una narrativa de repetición mecánica, que es el cimiento de comunidades de seguidores carentes de originalidad y capacidad de respuesta.
Para muestra, dos botones: la ruptura de una relación amorosa y una característica física de un cantante de rap/hip-hop, fueron los trending topics que resultan la punta de un iceberg que está constituido por una violencia estructural, hecha, como materias primas, de falocentrismo, cosificación, misoginia, infomedia y un largo «etc.» cuya deconstrucción nos permitirá aproximarnos a entender el fenómeno de la aparente inutilidad de lo políticamente correcto.
El discurso que impera en el ánimo social, es adoptar cualquier forma de violencia simbólica, en un formato de humor y comicidad. Para demostrar la tesis, basta con conocer cuáles son los podcast más escuchados o revisar los canales más vistos en la red social de videos.
Tomando como cierta la afirmación de que «para ser hay que parecer» y si se transpola esa sentencia, a lo que hace el leviatán[3] de la modernidad tardía, estamos en riesgo de convertir el respeto al derecho de los demás, en un pilar fallido de la paz positiva de Galtung.
Estimade lectore, le invito a no caer en la trampa de creer que la corrección política está superada y en cambio, contribuir a establecer paz estructural, reconociendo nuestra humanidad en el otro. Abracemos la pluralidad, utilizando los contrastes de pensamiento para lograr que los paradigmas evolucionen.
Me despido, compartiendo un postre para el espíritu:
«… Cuando de mí te apartaste,
te fui siguiendo el andar;
junto al Cenote Sagrado
te volviste oscuridad.
Te me perdiste esa noche
imposible de olvidar;
tú por aquello que sabes,
yo por lo que supe allá.»
* Estrofas de «Romance de la noche maya» de Miguel N. Lira.
[1] Ágora: en las antiguas ciudades griegas, plaza pública.
[2] En la sociedad del cansancio, el individuo es un ser devorado por su propio ego y la libertad es la auto explotación.
[3] Leviatán: monstruo marino fantástico.
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