El 7 de julio del presente año, en el marco del VII Congreso Latinoamericano y Caribeño sobre la trata y tráfico de personas, se presentó la novela “El camino de los azahares rotos” de Enrique Ezeta. Esta novela desarrolla la historia de Anahlí, una adolescente quien es captada por una red de tratantes.
Su contenido es muy pertinente al abordar una problemática de carácter mundial que representa el segundo negocio ilícito que genera más dinero. Pero si bien, la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual tiene una serie de generalidades en el planeta, en cada región se adapta y desarrolla de manera concreta, con mucha seriedad esta novela cuenta esas generalidades, pero también está fuertemente influenciada por la problemática propia de la región de Tlaxcala. En el desarrollo de la historia se nota el conocimiento que el autor tiene del problema, no solo por lo que observa y analiza, sino también por los elementos que muestran una documentación seria retomando estudios importantes hechos en la región, por ello hay que reconocer que el autor no se basa en el morbo del problema, sino que describe una realidad sumamente dolorosa, donde múltiples actores permiten su continuidad.
Anahlí representa a esos millones de personas, particularmente de mujeres y niñas que han vivido y viven esta explotación sexual. Su historia tiene la virtud de sacarnos de los números y la estadística -que siempre son importantes para dimensionar el problema, pero a veces resultan fríos, pues pierden el rostro y el dolor de las víctimas.
A los hombres les reta a observar las construcciones patriarcales desde las que se reproduce esta problemática y a preguntarse ¿Cómo es que se mutila su sensibilidad? ¿esto se da al convertirse en adultos o es resultado de una enseñanza que va desde su infancia y es resultado de una convivencia social? ¿Por qué imponen su placer sin voluntad y con el sufrimiento de mujeres y niñas? ¿Es verdad que no notan el dolor, la resistencia de las mujeres o su condición de explotación sexual? ¿Por qué los hombres ven la explotación sexual como un mero intercambio comercial? Esta novela pone a los hombres frente a un espejo, pero es necesario que abran su corazón y sensibilidad para reconocer lo que la masculinidad ha generado a las mujeres y niñas, especialmente en la explotación sexual, solo así pueden surgir esos sentimientos de tristeza, indignación, solidaridad y rabia, en este caso, en la comprensión del problema.
Es un gran acierto que en la historia de Anahlí esté presente en el contexto social, cultural, político y religioso, mostrando las múltiples conexiones que permite la existencia y reproducción de este grave problema. La manera en que actúan los diferentes personajes nos muestra a una sociedad que esencialmente es indolente y omisa. Lo anterior se muestra claramente en la familia dedicada a la trata aportando recurso económico para la iglesia, poco importa si el dinero está manchado de sufrimiento y muerte de mujeres y niñas; en la colusión entre los demandantes, quienes indolentes y deshumanizados instalan y reproducen las ideas que justifican la explotación y desvalorización de las mujeres; se muestra claramente en la colusión que se da entre los dueños de los negocios y la policía; en el apoyo comunitario mínimo y al final prácticamente en el abandono de la madre que busca a su hija, con la justificación de que eso no me va a pasar o que no es mi problema ni mi responsabilidad.
Doña Rosario, mamá de Anahlí, es una muestra clara del camino tortuoso que transitan las y los familiares de las personas víctimas de explotación sexual. Su camino es prácticamente un camino de soledad y contra todo, a pesar de ello se convierte en resistencia y esperanza. Ella está en medio de una vorágine sin saber que hacer, a dónde acudir, sin que se le haga saber el procedimiento adecuado, en medio de un laberinto de instituciones gubernamentales donde pareciera que nadie sabe o nadie quiere hacer algo a favor de ellas.
Doña Rosario muestra claramente un sistema que antes que garantizar la justicia, busca convencer a los familiares por todos los medios para someterse a la “resignación”, resultado de ello se mantiene el estado de las cosas, es decir, de desaparición y explotación sexual de mujeres y niñas con la complacencia del estado proxeneta. Paradójicamente, Doña Rosario muestra que el dolor y la indignación pueden transformar a las personas en verdaderos sujetos de derechos.
Finalmente, es importante señalar que la novela interpela éticamente al lector o lectora ¿Tiene sentido hacer algo ante un problema tan complejo donde parece que todo está en contra? ¿De verdad podremos modificar algo? De la respuesta y acción de cada lector o lectora dependerá si esta situación cambia o permanece como hasta ahora.
Margarita Sánchez Cruz
Centro Fray Julián Garcés