No hay nada que mueva más el corazón de un melómano que la música de su adolescencia, desafortunados nosotros, los que crecimos con reggaetón y nuestro referente es la Gasolina, aunque para todo hay gustos; además del perreo, también gozamos de las banditas tristes y happy punks, pero siendo honestos nos hubiese encantado nacer en aquellos momentos donde el rock gobernaba los corazones de la juventud amante de la música.
En Tlaxcala actualmente, y desde hace varios años existe una escena musical súper rica y variada, pero en este momento eso es harina de otro costal; hoy, en específico, para el momento en que nos lees, queremos compartir el contexto ochentero y noventero de la escena musical en el Estado, para ello, entrevistamos a Alberto Sánchez Fajardo, quien desde la voz de la experiencia nos contó cómo era la cosa.
A final de los 80 y principios de los 90, en Tlaxcalita la bella, comenzaron a formarse grupos de rock que componían música original, como no existían espacios específicos para este tipo de propuestas, las discotecas y los bares les permitían tocar, por lo que bandas como La Oración de Eva -en la que Alberto era el vocalista-, Nefasti, Gorras Negras, El Sótano, Zona Púrpura, entre otras, abrieron por primera vez el camino para darse a conocer en un contexto donde no había antecedentes de ese tipo.

Alberto Fajardo solista en un bar al final del portal chico de Tlaxcala.
Actualmente, Alberto, tiene 48 años y es maestro de arte en Xalapa, pero mucho antes de eso, junto con otros músicos, vio nacer la escena rockera en Tlaxcala, en una época en la que ese género tuvo su mayor apogeo, sobre todo con el boom del “rock en tu idioma”.
“La Oración de Eva tocaba rock alternativo, fusionábamos diferentes géneros, comenzamos con la idea del dark de los 80, Nefasti era rock pero le tiraban más al pop, Gorras Negras hacían rock and roll, El Sótano hacía un rock con una tendencia dark, y muchas otras bandas tocaban metal”.
Estas bandas trataban de abrirse espacio en todos los medios, perseguían principalmente los diferentes teatros como el del IMSS, el Teatro Universitario y el Teatro Xicohténcatl, además tocaban en diferentes bares y discos como Crystal, en Apizaco, así como Century, Armandos, Revolución y en foros alternativos como el Café Foro Mictlán e In Tlapalcalli, ubicados en el centro de Tlaxcala, “Las fiestas en las discos eran; el grupo tocaba, el público escuchaba, terminaba el grupo y seguía la fiesta y no siempre era música original, ya sabes, siempre están esos clásicos como el ADO y La Planta, todos a la misma hora y en el mismo momento repiten ¡Qué poca madre!, a nosotros nos toco está ruptura de pasar de los 80, 90 a la nueva era”.

Sesión fotográfica enero de 1994
Sus influencias
En los 80 y a mediados de los 90, la música que influenciaba a las bandas tlaxcaltecas, para evitar lo convencional de la radio, escuchaban a The Cure, Bauhaus, The Church, Iron Maiden, además, de ser muy bien dotados por programas de Radio Altiplano como “33 revoluciones y un tercio”, con Efrén Minero y Saúl Barragán, “Rockservatorio” con Leonardo y Arturo Romano, así como Alejandro Ipatzi, e incluso el mismo Alberto Fajardo estuvo en ese programa junto a Francisco Pérez Guilló.
En televisión, los programas que nutrían de ritmos eran “Rockeando”, con Ulises Montiel, quien también era parte de la escena y hacía música experimental que puedes escuchar en su disco “Tierra de reptiles”. También Alberto, nuestro entrevistado, tuvo un programa llamado “Sólo para tocados” que se transmitió de Televisión de Tlaxcala entre en 1992 y 1994, “ahí se podía proveer de esa música de la que te hablo y la música que emergía como el rock en tu idioma: Caifanes, La Maldita Vecindad; de Argentina, Soda Stereo, Radio Futura, Danza Invisible, era muchísimo y en ese momento el rock tuvo un boom pero antes de eso eran bandas underground”.
La comunidad rockera
Alberto nos contó que el público siempre ha sido muy difícil, “siempre estaba condicionado a lo que se comerciaba, a lo convencional, más o menos hubo una aceptación del rock entre el 89 y el 96, a partir de ahí había grupos que llegaron de Ciudad de México y tocaban todo tipo de rock clásico, pero más bien a los chavos o los escuchas, lo que les gustaba era echarse sus tragos, nosotros con mucha madurez aceptamos que esos lugares eran para divertirse sin compromiso alguno, es decir eran para que salieras y la música era una mera circunstancia, no algo que les atrajera”.
Ellos apostaban a otra clase de espacios, por ejemplo, la UAT los tuvo algún tiempo como grupo artístico y los promocionaba, la Universidad y sus departamentos eran sus foros; el auditorio de odontología y el de contaduría; ahí comenzó La Oración de Eva, en el aniversario del departamento de comercio y contabilidad, el 16 de noviembre de 1992.
También estaba el público cautivo e interesado en el rock, “en términos sociológicos era una minoría activa, ellos buscaban algo nuevo, música que le dijera algo y son personas que también tenían cosas que decir, ese público es un público minoritario que siempre ha existido”.

Espacios de creatividad y la identidad del músico
Alberto Sánchez, señaló que ensayaban donde se podía, las recamaras se convertían en cuartos de ensayo y entonces negociaban con los papás, posteriormente, más grandes, en las casas de los que vivían solos, “el espacio para ensayar no era tan difícil como el espacio para tocar”.
Asimismo señaló que existen etapas en los músicos, “cuando eres joven y empiezas a tocar, tienes toda la intención de dedicarte a la música, llegar lo más lejos que puedas; la segunda etapa es cuando ya lo estás haciendo, cuando te estas abriendo espacio, aquí en este momento viene lo valioso porque el ambiente de la música está supeditado a algo que nos hizo creer la industria, el éxito es que te conozcan todos, la fama en realidad, se utiliza como calificativo de la calidad de lo que hacen, pero eso no es cierto, en el momento en que tú estás buscando abrir el espacio, es cuando se convierte en el verdadero movimiento cultural. Evidentemente cuando empiezas a tocar, tu entorno no lo ve tan bien; tu familia, la familia de tu novia o de tus amigos, no te ven con buenos ojos, entonces por eso era tan importante lo que hacíamos, el tocar nuestra propia música; por mucho tiempo nosotros no lográbamos ser bien pagado pero lo hacíamos y eso es lo que va generando un movimiento en el sentido cultural, tú generas una cultura juvenil, yo sé que muchos músicos de aquella época se siguen dedicando a esto, tal vez no viven de ella, pero jamás la dejaron”.
El 5 de agosto de 1993 en el auditorio de Santa Ana Chiautempan, La oración de Eva le abrió a Café Tacvba, también llegaron a compartir escenario con Tex Tex. En 2007, estuvieron en la presentación del libro “La construcción cultural de las identidades juveniles, el rock en Tlaxcala”, de la socióloga Claudia Loredo Ibarra, en el Museo de la Memoria, “hasta ahí llegaron muchas personas que nosotros identificamos 10 años después de haber terminado la banda, ellos nos seguían a diversos puntos, entonces podemos decir que logramos hacer una comunidad rockera o un movimiento de rock”.