Tlaxcala, Tlax. La comunidad de Santa María Atlihuetzian en el municipio de Yauhquemehcan ha sufrido en la última década de un proceso importante de gentrificación debido al aumento de fraccionadores, unidades habitaciones o fraccionamientos.
A su vez, este aumento sin regulación ha generado un cambio en la fisonomía de la arquitectura del lugar, en sus paisajes, su identidad cultural, el tejido social y la vocación de la tierra.
Sobre todo porque la ubicación de esta localidad permite una mayor comunicación entre el Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Ciudad de México. Es decir, Atlihuetzian resulta un punto estratégico de desarrollo.
Aunado a sus atractivos turísticos, zonas culturales y tradiciones, cuenta con una gran extensión de tierra de cultivo que llama la atención a los agente inmobiliarios para la construcción de fraccionadores/unidades habitacionales. Dirigidos sobre todo a población de altos ingresos, es decir, zonas residenciales.
Problemas que acarrean los fraccionadores en comunidades
No sólo en Atlihuetzian ocurre este aumento de población debido a la construcción de fraccionadores, también ha sucedido en Santa Úrsula Zimatepec y en el Tetel, ambas comunidades también del municipio de Yauhquemehcan.
Y aunque pobladores de Atlihuetzian aceptan obtener ingresos con la venta de sus tierras, no toman en cuenta las desventajas a largo plazo. Porque a más crecimiento de la población, mayor la demanda de servicios.
Por lo que el crecimiento acelerado en Atlihuetzian ha causado el desabasto de agua potable en la comunidad. Desplazando y quitando el vital líquido a habitantes oriundos de la comunidad.
Pero no todas las comunidades del municipio han aceptado la construcción de fraccionadores. En el caso de la comunidad de San Francisco Tlacuilohcan, también del municipio de Yauhquemehcan, sus habitantes se han negado a esta idea de progreso (como se lo han vendido al resto).
Javier Morales Hernández, presidente auxiliar de Tlacuilohcan mencionó en entrevista que en la comunidad no se han aceptado este tipo de construcciones por distintos factores.
El primero fue que con la llegada de una constructora por el año 2005, se buscaba la edificación de entre 100 y 300 casas. En asamblea, se llegó el acuerdo de no autorizar ningún permiso para su creación.
Se levantó un acta que hasta el momento se sigue renovando en cada administración. Además, el cabildo municipal aprobó negar el permiso de fraccionadores en Tlacuilohcan.
Usos y costumbres
Las y los presidentes auxiliares en Yauhquemehcan están avalados para preautorizar la construcción de fraccionadores. Por lo tanto si en Atlihuetzia, Santa Úrsula y el Tetel se han edificado fue gracias al permiso de sus presidentes de comunidad.
En San Francisco son varios los motivos por los que se rechaza fervientemente esta acción, la principal es por la falta de agua potable en la comunidad. Pues el único pozo que posee, abastece a más de 2 mil habitantes.
Por lo que entre más población, más complicado sería abastecer el vital líquido. Y el mantenimiento y/o renovación de las tuberías oscila en más de 1 millón de pesos.
Así mismo, al llegar personas de fuera (municipio/estado) no compartirían las costumbres, tradiciones y cultura de la comunidad.
Esto último resulta un problema importante, sobre todo porque en las comunidades en especial en Tlacuilohcan se cuentan con cooperaciones anuales de feria, semana santa, santo jubileo, entre otras. Por lo que aún se rige por usos y costumbres.
De igual forma, el presidente auxiliar destacó que las empresas constructoras suelen ofrecer un ‘jugoso’ enganche para el beneficio de la población, y administraciones de otras comunidades aceptaron y continúan haciéndolo.
Para que se otorgué el permiso de construcción de fraccionadores se requiere un permiso prefactibilidad, es decir, qué tan viable es la construcción con base en los recursos comunitarios.
Finalmente otro atractivo de construir en zonas rurales es que no se costea de la misma forma porque siempre será más ‘barato’ que vivir en la ciudad.
Cabe destacar que las zonas de Santa Úrsula y el Tetel se han vuelto territorios de inseguridad importantes.
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