Generalmente cuando pensamos en Atltzayanca, uno puede imaginarse pulque, duraznos o paisajes con xerofitas, en parte eso no está errado, sin duda es una visión sumamente parcelada de una realidad. Pero Atltzayanca es mucho más.
Viniendo de Huamantla con rumbo a Atltzayanca, a mano derecha, ubicado en el Camino a San José Xalasco, se encuentra el Museo Comunitario, donde uno puede encontrarse al cronista Óscar Huacuja; un hombre preparado, que por años, y con sumo apasionamiento, ha dedicado sus esfuerzos por escudriñar la historia de su querido municipio. Y sin duda, no es una tarea menor. Si uno se introduce al Museo Comunitario, entrarás a un pequeño recinto que resguarda miles de años de historia fascinante que cualquier espectador, historiador, arqueólogo o turista debe conocer.
¿Qué encierra en sus paredes el Museo? Antiguos animales pleistocénicos que dejaron evidencia de su presencia en el planeta, y con ayuda de la imaginación, puedes visualizar sus poderosas pisadas mientras buscaban el alimento. Después, observa interesantes fotografías de un pasado remoto pero presente en la voz de piedras milenarias, probablemente los petroglifos narran escenas mágicas que desean ser expresadas.
Y luego, presta atención a varios objetos mesoamericanos bellísimos, reunidos de distintas partes del municipio: Xaltitla, Tecopilco o Fracción Cerón. Vasijas efigies zoomorfas o antropomorfas. Imágenes de antiguas deidades que fueron adoradas por siglos hasta la llegada de los españoles: un incensario del dios de fuego procedente de Xaltitla y dos figuras del dios de la tormenta de Los Teteles de Ocotitla, los cuales recuerdan que el fuego y el agua son una dualidad dadora de vida y de la agricultura, antiquísimas referencias de Tláloc y Huehuetéotl del Posclásico.
Posteriormente aparece la Joya de la Corona del Museo, la notable colección de objetos provenientes de Xalasco, sitio del Clásico estudiado por Linda R. Manzanilla, Alejandro Bautista Valdespino y Óscar Huacuja hace pocos años. Todo un mundo que ahí se hace presente y exige profundos estudios. Xalasco no solo fue un enclave del famoso “Corredor teotihuacano” (ruta comercial que llevaba mercancías desde la gran urbe a las costas del Golfo de México y Oaxaca), fue un centro religioso con notables sorpresas, donde bellos felinos no nativos de Tlaxcala se muestran orgullosos y fieros.
Las sorpresas prosiguen. Luis Reyes –ilustre historiador de la tlaxcaltequidad- notificó la existencia de un códice colonial sobre Atltzayanca (dicho documento se encuentra en Estados Unidos) y hay una reproducción de este en el Museo. ¡Es asombroso! Los estudiosos de los códices tienen una nueva veta de investigación.
Hay otras salas donde la tradición pulquera de este municipio se hace presente, elementos tradicionales que son necesarios para el proceso de fermentación del néctar de los dioses se exhiben, y esperan al visitante para contarles anécdotas sabrosas. Luego unos salterios aparentemente mudos invitan al espectador a que les admiren, pero si uno escucha atentamente, tenuemente emiten melodías de amor, alegría y fiesta.
Si bien aún debemos ser cuidadosos por la pandemia, con las recomendaciones pertinentes, visita el Museo Comunitario, seguramente el cronista te recibirá y te dará una amena charla. Quizá el inmueble es un pequeño espacio, pero resguarda una gran historia. Después visita la iglesia de Santiago Atltzayanca que es muy agradable y el centro de la población, por ahí hallarás a alguien vendiendo duraznos oro, obvio si es temporada, y ¿Por qué no? Tal vez halles un pulquito. Será una linda experiencia.
Por: Edilberto Mendieta García.
Miembro de la Sociedad de Historia, Educación y Cultura de Tlaxcala
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