Por el Dr. Jossue Mizael Ortiz Álvarez
A finales de 2019, apareció un brote de una enfermedad respiratoria en la región de Wuhan, China. Era ocasionada en ese entonces por un virus totalmente desconocido por la comunidad científica. Este virus posteriormente fue identificado como una nueva especie de coronavirus, denominado SARS-CoV-2; debido a su alta similitud con el Coronavirus causante de SARS en 2003 en China, y la nueva enfermedad fue denominada “Covid-19”, por sus siglas en inglés.
El “Coronavirus” como comúnmente se denomina, hasta la fecha ha ocasionado alrededor de 7 millones de muertes (1 % de la población total) alrededor del mundo; 320, 000 muertes en México y 3,055 muertes en Tlaxcala.
De acuerdo con datos emitidos por la Secretaria de Salud. A lo largo de la pandemia, el covid-19 no ha sido ocasionado solamente por la versión original del coronavirus; sino que en 2 años, el SARS-CoV-2 ha evolucionado una gran cantidad de variantes, y en especial 8 que son consideradas “de preocupación”.
Las variantes se diferencian de la cepa original por la aparición de diversos cambios en su material genético (genoma) que les permite tener ventajas adaptativas que mejoran su capacidad de infección, virulencia (capacidad para generar una enfermedad) y evasión a la respuesta inmune.
La pandemia de Covid-19, más allá de duras implicaciones y pérdidas, se considera un evento biológico sin precedentes para la historia. Gracias a los avances científicos se ha podido monitorear en tiempo real la evolución de un organismo para adaptarse a su entorno. Esto lleva a la audiencia a preguntarse el porqué los virus son capaces de evolucionar a un ritmo más acelerado en comparación que el resto de los organismos.
Los virus, son organismos “acelulares”; es decir, que carecen de las estructuras que conforman una célula, por lo que sus funciones como organismo vivo sólo se limitan a la reproducción; en este caso, de su material genético, haciendo uso de un organismo el cual parasita para poder replicarse.
La limitación de funciones trae como consecuencia que la mayoría de los virus presenten un genoma muy pequeño, el cual es capaz de replicarse en un tiempo muy breve; y, por consiguiente, que presente errores en sus replicaciones que propicien una evolución más rápida en los virus. El material genético de los virus puede estar conformado por dos tipos de molécula, ADN o ARN; siendo este último, el que compone el genoma del SARS-CoV-2. En particular, los virus que contienen genoma de ARN tienden a mutar a un ritmo más acelerado que el resto de los virus propiciando la aparición de distintas variantes y cepas con respecto a su ascendencia fundacional.
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El coronavirus causante de covid-19 posee un genoma relativamente, si se compara con el resto de los virus de RNA (30,000 pares de bases), lo cual le confiere algunas características peculiares. Sin bien se ha mencionado que los virus de ARN mutan de forma acelerada, el SARS-CoV-2, lo hace de una forma más lenta, debido, precisamente a dos características: el gran tamaño de su genoma; y que, además, dentro de su genoma, contiene elementos que codifican para proteínas con capacidad de corregir errores si se presenta una mutación.
Si traslapamos la explicación mencionada al panorama global, ahora se entiende la razón de la aparición de estas variantes, que, si se compara con otros virus de ARN causantes de enfermedades respiratorias como el virus de la gripe común del cual aparecen cientos de variantes cada año, hasta el momento sólo se tengan pocas variantes de coronavirus identificadas. Sin embargo, la aun baja cobertura de vacunación propicia que aun no se pueda contener la aparición de variantes, y las que aparecen cada vez se adaptan mejor al entorno.
Las principales variantes del SARS-CoV-2, hasta el momento, tienen como ventaja adaptativa, una mejor capacidad de infección, y aunque no son capaces de evadir completamente la respuesta inmune adquirida por vacunación, se prevé que, en los próximos escenarios a futuro posiblemente puedan hacerlo, o que mejoren su capacidad infectiva; y en el peor de los casos, que las variantes provoquen cuadros más graves, lo cual llevará a seguir con un programa de vacunación para la protección contra las posibles variantes que aparezcan hasta que podamos, al menos la aparición de variantes de preocupación.
Para ello, debemos seguir llevando a cabo las medidas de cuidado como evitar aglomeraciones en espacios cerrados, uso de cubrebocas; y en especial, promover la vacunación.