Tenancingo, Tlax. Hablar de actos y artistas de circo es hablar de pasión, talento, estudio, dedicación y riesgo. Para Cesar Augusto las artes circenses representan eso y más. César es un joven al que la disciplina circense le ha servido para sobresalir en su vida y en una sociedad que ha sido criticada por generaciones, esto por un problema que no es suyo, ni de muchos niños y jóvenes que como él, conviven con un problema que es tan grande como la forma en que el tan estigmatizado Tenancingo fue, es y será juzgado. Pero Tenancingo es más que trata.
En entrevista para Escenario Tlaxcala el artista circense Cesar Augusto López Reyes, nos platicó un poco sobre la realidad en la que vive, así como su opinión sobre lo que se dice de su natal Tenancingo y cómo a través de los dichos se ha construido un imaginario colectivo que no lo representa, ni lo asume y que incluso considera una ficción mediática.
Hablar de un tema común de Tenancingo, “la cuna mundial de la trata de personas”, es hablar de un tema delicado debido a que “hay muchas cosas que son exageradas, pero otras que tampoco están fuera de la realidad”, explica.
México y el mundo se han encargado de mencionar al municipio de Tenancingo y a su gente como los principales perpetradores de dicho crimen, la realidad es que es un problema que involucra a todo el país, de ahí las miles de desapariciones de mujeres en México. Así mismo, tampoco podemos deslindar que Tenancingo ha sido documentado como el principal lugar de residencia de los llamados “padrotes”, pero bien, «si de eso hablamos no es el único lugar», puntualiza enérgico Cesar.
“En el Estado también se sabe de municipios como San Pablo del Monte y del mismo Zacatelco, que tienen el mismo problema; sin embargo, Tenancingo es quien ha tenido el lente, literalmente”, comenta Cesar.
La realidad es que Tenancingo no solo es trata de personas, también es un lugar con muchas zonas naturales que el artista califica como “hermosas”, privilegio que goza al estar en las faldas de la malinche. “Yo de pequeño iba a correr con mi padre, y nunca llegábamos a un límite de la inmensidad del lugar, siempre con panoramas muy hermosos”, narra con visible alegría en el rostro.
Y con esa mirada en los recuerdos, continúa escavando y desmitificando la realidad de su municipio. “En Tenancingo tengo amigos profesionistas, muchos que han logrado sobresalir; hay muchos médicos y abogados originarios de aquí. Lo que si tengo claro es que han salido a trabajar a otros lugares, pero eso no es un problema local, sino estatal y del propio país”.
César plantea que hay una falsa realidad construida con información errónea y una industria mediática que ha convertido a Tenancingo en una estampa generalizada de peligro. De ahí él explica que existan «casas grandes y bonitas que muchos documentales han retratado como casa de tratantes» y que en realidad pertenecen a vecinos que él conoce muy bien, hogares que construyeron de una manera honrada y con trabajo.
“Sacan documentales con casas que supuestamente son reales, cuando no lo son; con acciones que suponen van relacionadas a la trata y tampoco. Un día vi un documental donde sacaban una casa de un supuesto tratante, y en realidad era de un médico que le fue bien y construyó una casa como muchas bonitas que hay en el estado, pero por el hecho de estar en Tenancingo ya es considerada la casa de un tratante”.
Por su parte él siempre supo que dedicarse a los artes circenses haría que solo tuviera dinero para ir al día; sin embargo, convencido decide ingresar a la Universidad Mesoamericana, lugar donde se dio cuenta de que podía profesionalizarse en esa disciplina y aspirar a llegar a lugares que no imaginaba, “en México hay circos que pagan 5 mil pesos a la semana”, comparte mientras pone ejemplos de amigos de diferentes lugares de la República que se dedican a la misma disciplina y que han logrado llegar a lugares como Francia, Estados Unidos, Costa Rica y Colombia.
Inspirado en esas historias, ha buscado en diversos momentos abrir espacios de enseñanza de artes circenses dentro de Tenancingo al reconocer que hay un verdadero talento en las y los jóvenes y niños; y con ello, reconfigurar desde su trinchera el lugar que lo vio nacer.
Retomando a los infantes de este lugar y sobre lo que dicen querer ser al crecer, nos comenta “es verdad, los niños dicen ‘cuando sea grande quiero ser padrote’, pero en realidad hablan desde su inocencia. Ellos no saben que es ser un padrote y la palabra la relacionan a querer tener lujos, dinero, comodidades, algo que cualquier niño desea; pero cuando crecen, se dan cuenta del verdadero significado de la palabra, entienden y no les gusta más la idea”.
Por todo eso, es que tiene clara la importancia de la educación y hasta dónde se puede llegar con estudios y buenos valores. Reconoce que los proxenetas “siempre se van por mujeres vulnerables, sin estudios, porque una mujer con estudios y preparada es más difícil de engañar y persuadir”.
Cesar Augusto es un joven que representa la grandeza y la humildad de una profesión que le ha brindado valores como el compromiso, respeto, solidaridad, cooperación y creatividad; valores como muchos otros que coexisten con una pantomima falaz, aunque todo ello no lo libran de aceptar el día a día de un municipio marcado por unos pocos que no ven lo que él sí pudo.
“Por unos pagamos todos, es bien sabido de varias personas que se dedican a eso en Tenancingo, pero no es ni siquiera la mayoría, lo malo es que nos encasillan y dicen que somos todos. Prueba de que no es así, soy yo y muchos más.”
