En cada periodo electoral recuerdo continuamente las palabras de la analista Denise Dresser
que acertadamente plasmó en su libro El país de uno respecto a nuestro México actual: “estamos tan mal educados que no entendemos lo mal educados que estamos”. Y es que las formas de hacer política y las políticas en torno a la educación han evolucionado, pero hasta la fecha no han sido las adecuadas.
Fuera José Vasconcelos quien se convertiría en la figura por excelencia de la lucha por la educación mexicana. A través de su lema “por mi raza hablará el espíritu” detona de antemano un deseo incólume de educar y al mismo tiempo la convicción de que la raza nuestra elaborara una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Me pregunto entonces qué estamos haciendo mal en Tlaxcala para que nuestra autonomía universitaria se vea atentada en cada periodo electoral.
La autonomía universitaria ha sido siempre tema de discusión pública al encontrarse controversia en materia económica; en su último informe de gobierno el rector de la UATx, Rubén Reyes Córdoba, afirmó que “los universitarios seguirán cumpliendo con los objetivos institucionales y defendiendo la Autonomía, como un baluarte indispensable para vivir en armonía en una sociedad democrática y con absoluto respeto a los Derechos Humanos”. Pero lo cierto es que la Autónoma de Tlaxcala claramente se rige bajo tintes partidistas que en mayor o menor medida han permeado de corrupción cada una de sus facultades.
Ante el periodo electoral venidero y el cierre de ciclo escolar, se vislumbra un escenario endeble tanto para alumnos como docentes y personal que labora en la universidad, pues las presiones políticas tan recurrentes en este tiempo se anuncian cercanas. Es por ello que la recomendación va seguida de la propia sensatez del electorado juvenil (el sector más fuerte) para no ceder ante actos corruptivos que no solo vulneren la autonomía de Tlaxcala, sino que atente contra su derecho individual y acierten en la detección y denuncia de aquellos posibles episodios. Lo anterior sin afán de ofender a quienes comparten ideales, aprueban propuestas y corresponden a llamados estructurales.
Los universitarios son parte del orgullo de Tlaxcala, aquella trinchera académica que nos hace esperanzar ante un futuro de profesionistas soberanos, procesos limpios y servidores justos. El trabajo es sencillo y la responsabilidad es de todos: tanto en las aulas como en las calles el voto es libre y secreto.
