- La gentrificación en Tlaxcala avanza sigilosamente, transformando nuestra realidad tal como ha sucedido en Oaxaca y Querétaro.
Por: Federico Luis Pöhls Fuentevilla / Centro Fray Julián Garcés.
Cada vez resulta más claro que, por la vía de los hechos (aunque a veces también por el discurso) el proyecto de lo que el gobierno estatal entiende por desarrollo, lleva implícito un proceso de gentrificación. Entre varios ejemplos posibles, destacamos dos que pueden ayudarnos a contemplar lo que poco a poco vamos sufriendo en Tlaxcala: el de Oaxaca, sobre todo en la ciudad capital, y el de Querétaro, también en la capital y en su zona conurbada.
Entendemos acá por gentrificación, para ubicar el concepto con una búsqueda en la Web, el proceso por el que un territorio es renovado y revalorizado, atrayendo así a nuevas personas residentes que tienen mayor poder adquisitivo que las que lo habitaban anteriormente.
Y este proceso normalmente lleva al aumento de los precios de la vivienda y de los alquileres, así como al encarecimiento de los productos de consumo básico y suntuario disponibles en el lugar; lleva también al desplazamiento de las y los residentes originales a lugares periféricos donde puedan vivir de acuerdo a su ingreso y su poder adquisitivo; por lo mismo, conduce también al cambio en la composición demográfica y cultural del lugar, así como a la pérdida de identidad del lugar y de las personas, tanto de las que llegan como de las que se ven obligadas a migrar.
En cuanto a los ejemplos mencionados, el de Oaxaca ha ocupado espacio en los medios de comunicación ya por varios meses en este año. Allá, nos refiere Juan Mayorga de GATOPARDO, “la globalización, la migración, el turismo de masas” han provocado “hechos tangibles como la escasez de agua potable, el estrés de áreas verdes…” que se acompañan de un enorme tráfico vehicular, “una gestión deficiente de la basura y la criminalidad…” Y abunda, “un salario mensual promedio de los más bajos del país, mientras las rentas y los precios no paran de subir…”
Allá mismo, se batalla “para encontrar un lugar donde comer por menos de 100 pesos, o simplemente un establecimiento donde comer consista en quitarse el hambre con un plato familiar y no en una experiencia gastronómica con alimentos desconocidos y tendencias exóticas…”, muy caras además. “No es que nadie me haya corrido o discriminado en estos lugares. Pero no hace falta, porque de por sí ya todo es impagable.”, recoge también Juan Mayorga en sus entrevistas.
Y en Querétaro, la experiencia es muy semejante. En esa ciudad, de por sí ya de las más caras de la región centro – bajío del país, desde el año 2017, la persona que era entonces responsable del proyecto de ONU – Hábitat denunciaba que, tan sólo en la capital del estado y alrededores, se estaba construyendo cuatro veces más de lo necesario en vivienda debido a la especulación.
Ya entonces se comenzaba a vivir lo que hoy padecen: escasez de agua, y en situación de déficit por la sobreexplotación; una muy grave situación de contaminación urbana e industrial; la destrucción de áreas naturales protegidas; el desquiciamiento del tráfico en horas pico, con obras de infraestructura siempre insuficientes; despojo y desplazamiento, de facto o provocado por el encarecimiento, de la población originaria de colonias, barrios y pueblos de interés para las inmobiliarias y para las industrias.
Debido a la promoción que se hace de aquel territorio para atraer industrias y población, se tiene registro de que llegan 120 personas diariamente a vivir ahí. Es decir, 43,800 personas al año. Si esa tendencia se mantiene, se calcula que la población llegará a duplicarse para el 2050.
En Tlaxcala ya todo se va armando para avanzar también hacia situaciones semejantes a las de Oaxaca y Querétaro. Como lo hemos denunciado en ocasiones anteriores, el gobierno del estado junto con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano del gobierno federal, han elaborado y están imponiendo la aplicación de programas de ordenamiento que favorezcan el crecimiento económico de la región, pero no necesariamente la mejora de las condiciones de vida de la población. Como se está viendo ya, con el argumento de evitar la expansión de la mancha urbana, se promueve la ocupación de los predios vacíos en las ciudades y los pueblos, para llenarlos con casas pequeñitas y edificios de departamentos en todos los municipios, ya sea los incluidos en el Programa Metropolitano de Puebla –Tlaxcala que se complementan con los incluidos en el Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana de Tlaxcala Apizaco.
Y todo, lo sabemos porque lo han repetido muchas veces, en aras de consolidar en el territorio de la Cuenca del Alto Atoyac el Clúster Automotriz más importante del país. Y para colmo, insistimos en denunciarlo, se anuncia que se abre apenas hoy la Consulta Pública del Programa de Ordenamiento Ecológico de la Región de la Subcuenca del Alto Atoyac, cuando este programa debería haberse elaborado antes que cualquiera de los dos que mencionamos antes y que ya están en operación.
Así pues, además del creciente encarecimiento en las rentas, casas y terrenos en las ciudades y en municipios conurbados, se puede ver con tristeza cómo la ciudad capital va siendo despojada de comercios y expresiones culturales tradicionales, aquellas que le daban el toque característico e identitario que la población local y del estado disfrutaba diariamente y los fines de semana, mientras se establecen cada vez más espacios dedicados al turismo de fuera y comercios ajenos a esta realidad, tales como se pueden encontrar en cualquier otra ciudad, para ponerse más a tono con quienes llegan de fuera que con las y los habitantes tlaxcaltecas.
Hace falta solamente revisar cómo se han venido dando las cosas, y el orden en que se han realizado, para darnos cuenta de que las prioridades no están en la mejora de las condiciones de vida de la población de Tlaxcala sino en cómo facilitar las condiciones para que las industrias, las inmobiliarias y el turismo depredador puedan instalarse y desarrollarse en la región.
Ante esto, como sociedad debemos continuar con nuestra participación organizada en todos los espacios y de todas las maneras que estén a nuestro alcance para no solapar las malas prácticas que se quieren imponer aquí, como ya lo han hecho los gobiernos en Oaxaca y en Querétaro.
La participación ciudadana en estos espacios habrá de servir para romper con los intentos estatales de simulación en torno a los programas de ordenamiento y a la intención perversa de destruir la cultura y la identidad tlaxcaltecas a través del impulso dela gentrificación con el pretexto viciado del crecimiento económico imparable.
Este fue un trabajo propuesto por por El Círculo, Consejo Editorial de Escenario Tlaxcala.