Estamos a pocos días de conmemorar el Día Internacional de la Mujer, donde seguiremos levantando la voz en búsqueda de vivir libres de violencia. En el marco de este día, es necesario reflexionar sobre las formas en cómo el sistema patriarcal y neoliberal se ajusta para utilizar estas fechas y seguir enriqueciéndose e invisibilizando la violencia que vivimos las mujeres y niñas, así podremos ver cómo en muchos espacios, en lugar de visibilizar y reflexionar sobre las violencias, se considerará “un día de festejo”, de asueto, para llevar regalos que sostienen los estereotipos impuestos a las mujeres. Sobra decir que, en este contexto, el cuestionamiento que los hombres hacen sobre sus violencias es prácticamente inexistente.
El patriarcado ha establecido un orden social entre hombres y mujeres en todos los espacios de la vida, uno de esos espacios son las relaciones afectivas entre hombres y mujeres. La Mtra. Ixchel Yglesias González Baez, refiere que, en una relación entre un tratante con una mujer o niña, él se piensa sin ella, pero ella no se piensa sin él, porque en el fondo la intención de él no es la construcción de una relación de pareja, sino la de obtener dinero a través de ella ¿Cómo lo logra? En los medios de comunicación, la red de tratantes sentenciados por autoridades de Estados Unidos a principios del mes de febrero, referían que a sus víctimas las “… engañaban y coaccionaban para vender sueños de una vida mejor a mujeres jóvenes e impresionables, quienes eran forzadas a pasar una vida de tormento, miseria, abusos sexuales y prostitución en las manos de sus captores”. La seducción, la mentira y otros aspectos se hacen presentes en la práctica de la red de tratantes para lograr que ellas se prostituyan.
¿Será la seducción una práctica exclusiva de los tratantes? Según la Real Academia de la Lengua Española, seducir es: Atraer o persuadir a alguien hasta rendir su voluntad. La seducción, entonces, es una práctica de muchos hombres con la intención de rendir su voluntad para obtener algo de una mujer, como es el tocar su cuerpo, el tener relaciones sexuales, tener varias mujeres a la vez, etcétera.
Carlos Jerez Farrán dice “…el seductor frecuentemente es un actor en el sentido más amplio de la palabra, un actor que emplea la palabra no para decir verdades sino para inspirar credibilidad. Como se ha dicho de la retórica, “su funcionamiento estriba, no en la verdad, ni siquiera en la verosimilitud, sino en la credibilidad que inspira el orador”. Los tratantes generan en sus víctimas una gran credibilidad, una verdad de la que no se duda, pero esa credibilidad, también se genera en las mujeres (adolecentes o jóvenes) que aún sin estar seguras de tener una relación sexual aceptan tenerlas, dejan tocar su cuerpo, perdonan una infidelidad, aceptan ser la concubina, entre otras situaciones más que la violentan y generan escenarios como los 4 mil 382 embarazos en adolescentes. Está masculinidad seductora, no tendría que seguir reproduciéndose, la lucha que hemos hecho las mujeres ha visibilizado la violencia y sus causas, pero no basta con ello, es necesario que los hombres generen procesos reeducativos para prevenir la reproducción de la masculinidad machista y por tanto, contribuyan a la erradicación de la violencia hacia las mujeres.
En la construcción de la masculinidad, la seducción es un aspecto que se atribuye, exige y se acepta o celebra que los hombres lo ejerzan. Michael Kimmel (1997), afirma que la masculinidad se construye de manera permanente bajo la mirada de los otros varones, ya que son ellos son los que dan la aprobación y el “visto bueno” de que son hombres. Son ellos quienes evalúan el “desempeño”. Con ello, se puede entender, que son otros hombres quienes refuerzan la practica de la seducción masculina que ejerce un hombre, eso significa que la seducción que violenta a las mujeres, tendría que dejarse de reforzar en primera instancia, entre los hombres y los espacios en donde se desenvuelven.
Cuestionar la seducción como mecanismo de violencia hacia las mujeres es una tarea amplia que la sociedad y las autoridades, deben integrar en su acción, sobre todo aquellas, que tienen dentro de sus facultades estás situación, de otro modo, erradicar la trata de mujeres, así como otras violencias hacia las mujeres, será un acto fallido, ya que la masculinidad machista seguirá sosteniéndola.
Marisol Flores Garcia
Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A. C.
