Tlaxcala, Tlax. El hablar de religión toca hebras tan finas como si del hilo de las Moiras se tratara, pero no es novedad que hay datos por revelar resguardados en las iglesias, y no es que sean secretos, pero tampoco públicos.
El papel del fiscal en las iglesias (en su mayoría) de Tlaxcala es primordial, son los encargados del control de las limosnas, de las misas, los servicios de la iglesia y del archivo parroquial junto con el mayor.
Pero el archivo parroquial o cualquier otro documento histórico sólo puede ser «manejado» por ellos, no está abierto al público. Pero, ¿ni a los habitantes de dicho lugar? Tal parece que no, o al menos no en todos lados.
La iglesia-estado y sus políticas
La independencia de México fue resultado de la coyuntura de momentos, por un lado las ideas de la Ilustración en los mexicanos y por el otro la invasión Napoleónica a España en 1808. Coyunturas que abrieron camino para acabar con el yugo de la Corona, sus saqueos e imposiciones políticas.
Dejando en la pobreza, esclavitud y confusión a un pueblo que aún estaba en búsqueda de su identidad ya de por sí mestiza.
En 1810 los escenarios políticos y sociales fueron favorables para dar inicio con el movimiento armando de criollos, campesinos e indígenas.
La guerra llegó a su fin el 27 de septiembre de 1821. Pero España reconoció hasta 1936 la independencia de la «Nueva España».
No obstante, lograda la «independencia» la influencia de la iglesia católica buscaba que su poder económico, social y político permaneciera.
Así dio paso a su principio de acción «el desapego de lo terrenal» para poder lidiar, claro con circunstancias «terrenales» (más bien políticas).
El poder e influencia de la Iglesia estaba en función de la debilidad o de la fortaleza del régimen, así lo estipula el artículo de Carlos Antonio Cárdenas y Alejandra Chávez, El papel de la Iglesia católica –política– en la construcción del Estado mexicano: diversos contextos entre 1810 y 1857.
Tal como lo mencionan los autores, el tema religioso invita al diálogo en los ámbitos históricos, raciales, culturales y políticos que le confirieron en su momento.
El discurso del clero para la reproducción de su mensaje principal se vuelve cultural y al mismo tiempo pilar de prácticas moralizantes para los ciudadanos, pobladores, religiosos.
Estas prácticas moralizantes van de la mano con reglas y/o mandatos que desencadenan en que poco a poco se sienta esa identidad cuasi propia, pero aprendida.
El registro civil auxiliado de datos de la Iglesia Católica
El 28 de julio de 1859, el gobierno dirigido por Benito Juárez expidió la Ley Orgánica del Registro Civil, un paso inicial para la separación de la política de la iglesia.
Entre 1855 y 1857 surgieron 3 leyes, la Ley Juárez, Ley Lerdo y Ley Iglesia, para «terminar» con el poder eclesiástico en materia civil. Así lo estipuló también el artículo 123 de la Constitución de 1857.
“Corresponde a los poderes federales ejercer en materias de culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes”.
Estos inicios serían catalogados como «antirreligiosos» y originaron la Guerra de Reforma. Y para disminuir los humos se aprobaron las Leyes de Reforma, entre ellas la del Registro Civil para que el estado fuera el principal centro de otorgamiento y control del registro poblacional.
Luego de algunos cambios también existiría un juez civil para autorizar el registro del nacimiento, el matrimonio y fallecimiento de una persona, función que anteriormente realizaban los sacerdotes.
El registro también tenía sus beneficios para el estado, como conocer cuántos varones debían prestar servicio militar en caso de requerirlo o bien el cobro de contribuciones. Sin embargo, para quienes no cumplían la ley eran multados con 5 a 50 pesos.
Pero esto no impidió a que la iglesia continuara buscando conservar sus antiguos privilegios.
¿Realmente la iglesia y el estado están separados?
La separación entre la iglesia y el estado aún no se consolida del todo. Basta con acercarnos a la Constitución para leer que la educación es laica, mientras que en la práctica (hace algunos años) aún se cancelaban clases por el 12 de diciembre.
Qué decir de los sermones de las misas que opinan y satanizan las luchas sociales de otros tal como los derechos para la comunidad lgbt+, el aborto o la libertad sexual (sí, el placer).
Tampoco se puede olvidar que la iglesia no paga ciertos impuestos, ¿por qué? ¡Vayan ustedes a saber!, pero sí pueden solicitar o invitar a los feligreses a «donar» su diezmo.
Y es bien sabido, que muchas iglesias aún conservan archivos históricos antiquísimos que dan fe de un sinfín de acontecimientos. Una de las figuras predominantes en la estructura parroquial, es el fiscal.
Su imagen (no de la persona en el cargo) sino de la idea concebida del fiscal como tal, impone, al menos en los feligreses. Es tan o cuan más importante que el sacerdote. Él organiza, aprueba, ordena y también resguarda dichos archivos.
Muchos historiadores han logrado desentramar lo que hay detrás de las sombras en esos archivos, sin embargo, cuántas iglesias no faltarán por visitar. Porque aunque se hayan fundado en su mayoría sobre templos prehispánicos, ahora forman parte de la identidad mexicana y tlaxcalteca.
Fue así que visitando algunas de ellas, se nos fue negado el acceso con el argumento de no tener datos históricos sobre los pueblos, el contexto social a lo largo de los años, la historia del lugar, sólo archivos parroquiales.
Porque aunque el estado se haya auxiliado de los registros de bautismos para inaugurar el registro civil, sólo acudiendo con los cronistas municipales puedes obtener apenas una probadita de información.
No obstante, la historia y todas su vertientes (política, social, religiosa, cultural) forja la identidad de los pueblos. ¿Pero cuánta de nuestra identidad tlaxcalteca nos faltara de los archivos que aún falta por develar?
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