Elizabeth y Martín son tlaxcaltecas, pero llevan muchos años viviendo en Estados Unidos. El 7 de marzo de este año volaron a España para vacacionar, nunca imaginaron que vivirían el momento preciso de cómo un país de primer mundo fue rebasado por los contagios acelerados del Covid-19.
Antes de su viaje, sucedieron algunas señales que los pusieron a dudar si debían hacerlo, primero, por todo lo que veían en las noticias, era la antesala de lo que ahora es una pandemia. A su hija Natalia, en la escuela le cancelaron un viaje a Suiza y Francia una semana antes de irse. Ellos viajarían en el mismo periodo, por lo que decidieron contactar a unos amigos que verían en Barcelona para “medirle el agua a los tamales”, pero les dijeron que era muy difícil que en un país como España se saliera de control la situación, además de que en esos momentos todo transcurría con normalidad, por lo que no cabía mayor duda, ellos se irían de vacaciones.
Así fue, los primeros días en Barcelona transcurrieron con normalidad, tomaron el turibus, asistieron a lugares públicos y concurridos, hicieron tours, conocieron gente, visitaron a sus camaradas. Una tarde mientras comían, la hija de sus amigos les dijo que habían cerrado todas las universidades como medida ante el Coronavirus, este fue la primera determinación que los puso a pensar que su viaje no sería tan normal, y así fue, al llegar al aeropuerto para viajar a Valencia se dieron cuenta que estaba totalmente vacío.
Ya en Valencia, Elizabeth y Martín llegaron justo a tiempo para Las Fallas, una fiesta que hacen en honor a San José, por lo que cierran las calles centrales, mismas donde se ubicaba su hotel, “Nos instalamos, salimos a cenar, caminamos un poco y cuando regresamos preguntamos a qué hora iban a cerrar las calles al siguiente día por el festival, en ese momento nos dijeron que se había suspendido, no nos dieron más explicaciones pero sabíamos que era por el Covid”.
Posteriormente, viajaron cuatro horas de Valencia a Toledo en su auto de renta, “Ahí sí, la situación estaba de preocuparse, las carreteras estaban desoladas, cuando llegamos a Toledo, ya era de noche y no había ni un alma en las calles, en ese momento ya teníamos la sensación de que eso era más grande cada vez”, por lo que decidieron hacer todo lo posible por regresar lo antes posible a Estados Unidos, para lo cual tardaron alrededor de nueve horas seguidas en contactar y gestionar con la aerolínea el cambio su vuelo.
Para ellos fue muy impactante ver cómo poco a poco se iban cerrando las opciones, como el mundo se iba parando frente a sus ojos, “estar allá, ver los noticieros y escuchar en ese tiempo que Italia estaba blindado, ya nadie entraba ni salía”.
Tomaron las medidas indicadas, comenzaron a lavar sus manos constantemente, mantenían distancia con las personas que debían tener contacto, “Lo que sí no podíamos usar eran cubrebocas porque había desabasto y los que encontrabas te los vendían en un ojo de la cara, ahora sí que con la buena de dios, ahí andábamos”.
La parada final de sus vacaciones era Madrid, aunque habían logrado reducir su viaje debían pasar dos días ahí, “Cancelamos todos los recorridos que ya teníamos planeados, cancelamos el turibus, porque era un foco grande de infección al ser utilizado por turistas de todo el mundo, ya no fuimos a ningún lugar concurrido, así que hicimos todo el turismo a pie, caminamos 30 minutos desde el hotel a La Puerta del Alcalá, de ahí como 45 minutos al Castillo de los Reyes, luego a la plaza de toros, pero también dijimos, ya estamos aquí, nuestro vuelo es hasta el sábado, así que seguimos tomando estas precauciones; nos cansábamos de andar caminando, llegábamos, nos tomábamos una cervecita y a lavarnos las manos, esa fue nuestra medida”.
Al regresar a Estados Unidos, ellos estaban preparados para lo peor, para ser aislados, para no ver a sus hijos, llegaron a pensar que muy probablemente ya eran portadores de Coronavirus, sin embargo en el aeropuerto de Newark sólo les pidieron llenar un formulario y les dieron algunas indicaciones, “Cuando nosotros llegamos del viaje creíamos que nos pondrían una pulsera o algo para obligarnos a estar en nuestra casa y al término de los 14 días nos la quitarían, pero la verdad es que sólo nos dijeron que debíamos monitorear nuestra temperatura dos veces al día, estar al pendiente de cualquier síntoma y permanecer en casa”.
Elizabeth y Marín, perciben una situación complicada, porque incluso viviendo en un país de primer mundo, no se están teniendo las medidas que deberían, “Nueva York está al borde, los mismos médicos y enfermeras se están enfermando, escasean mascarillas, los respiradores; imagínate si esto le sucede a mi México querido, no lo quiero ni pensar”, por lo mismo, les da gusto que Tlaxcala haya tardado en presentar casos de Covid-19, “Nos hacían tan felices todos los memes de Tlaxcala cuando era el único estado del País sin Coronavirus”.
Ellos nunca asumieron sus vacaciones como una decisión irresponsable, porque en realidad no sabían que vivirían ese proceso que los hizo sentir en un entorno de descontrol y miedo, “Ciertamente esto es algo que se ha ido saliendo de control, no es imprudencia de quienes viajamos”. Para este momento, ya han transcurrido los 14 días que obligatoriamente debían permanecer aislados, nunca presentaron síntomas, Elizabeth y Martín, fueron afortunados de viajar y no ser contagiados.

