Tú esto, yo el otro, tú traes, yo llevo y armamos la Matuma: así Ixtenco muestra su devoción

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  • La Matuma es el chile de ladrillo que representa la devoción que los 9 barrios de Ixtenco le tienen a San Juan Bautista, que con organización y aportación voluntaria se realizan novenarios y mensuales para que el mayordomo reciba en su casa al santo patrono los días 24 de cada mes, como una manera de agradecimiento y continuar con las tradiciones. 

El chile guajillo, el clavo, la canela, la masa, el cilantro, el chile puya y la carne de res son el resultado de la organización que la comunidad hace para continuar con las tradiciones de Ixtenco, llamada Matuma o chile de ladrillo.

Una de las cosas notables al llegar a la casa del mayordomo, es la organización de las personas, que comparten los deberes, la cocina, y acogen las tortillas, los recipientes y la aportación voluntaria, esa que genera una economía propia y funcional. Pues cada año, siguiendo las tradiciones de la cultura del Yumhu, alrededor de 110 personas se encargan de preparar, comprar y cocinar los ingredientes para la Matuma, el atole agrio y los tamalitos.

Comadritas sirviendo la Matuma Foto: Valeria Arroyo
Comadritas sirviendo la Matuma Foto: Valeria Arroyo

Característico por su color, la preparación y su forma de acompañarla, la Matuma es una comida tradicional que representa la organización de Ixtenco. El maíz es la principal herramienta con la que se prepara la algarabía que recibe el mayordomo en su hogar. Las personas acuden con tortillas, recipientes, y una aportación económica para continuar con las tradiciones cada 24 de mes, así hasta llegar el 25 de junio, que es cuando se va a dejar al siguiente barrio a San Juanito, el patrono de Ixtenco.

«(…) la verdad sí requerimos de varias manos, hacemos un grupito como de 20 personas.  a veces participamos 10, 15, varía. Pero pues se tiene que hacer, aunque seamos ocho o seis, se hace la matuma»

Esta es la tercera vez que le toca participar a doña Elvia, quien sirve la Matuma en los platos y recipientes que llegan sin parar. Y es que aquí todos ayudan, hombres y mujeres se distribuyen las tareas para el festín. Desde el día 22 de cada mes, la gente comienza a remojar la masa, a preparar la res.

«Algunos llegan desde el 22 para dejar remojando la masa, se van y regresan el 23 para preparar el atole agrio. Hacen el atole, van por a moler el chile y cortan la carne. Ah, la carne la llevan desde el 22 igual al rastro para ya llegar con el canal y empezar, y la hierven».

«Los hombres la cortan, en lo que las mujeres están pelando el chile y preparando todo para ir al molino en la noche. (…) El atole está en la mañana y los tamales los hacen un día antes (el 23), porque si no no da tiempo, como son para temprano, no dan tiempo».

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Doña Elvia menciona que se van como a las 7 de la noche, y a las 2 de la mañana regresan las comadritas para venir a hacer el mole de Matuma, señala a las mujeres que están escuchando la entrevista, ajenas a la cámara pero con un rostro discreto de validez a lo que menciona. Ellas, pasan los platos, los lavan, los secan y acomodan para que los invitados sean bien atendidos, y coman de la Matuma.

La Matuma
Comadrita atendiendo a los asistentes. Foto: Valeria Arroyo

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Tú esto, yo el otro, tú traes, yo llevo y así

Doña Elvia menciona que algunas comadritas se van a misa tras el llamado de procesión de San Juanito, escuchan la misa y lo traen a la casa del mayordomo para empezar el desayuno. ¿Y qué es lo que hace tan peculiar la Matuma? poner un poco del propio sazón en la Matuma, orgullo, gusto. El guajillo ancho, chile puya, cilantro seco, canela. Los chiles se remojan, un día antes o en la noche (22 de cada mes) y se llevan a moler; el cilantro se tuesta y la canela se sazona, después, todos esos ingredientes se llevan al molino (23 de cada mes).

La Matuma
Comadrita sirviendo la Matuma. Foto: Valeria Arroyo

Luego, se pone el nixtamal porque también lleva masa, doña Elvia recuerda que desde que era niña aprendió todo el proceso de la Matuma. Recordó que después, los ingredientes se sazonan y se le echa grasa, que es el cebo de la res en lugar de manteca de aceite, se le va agregando el picante, se sazona y de ahí se le va agregando masa como lo vaya requiriendo. Ese es el proceso, que dura unas 3 horas aproximadamente para que los 25 kilos de guajillo tengan sazón. En esa ocasión, las comadritas designadas a preparar el mole terminaron a las 5:30 de la mañana, eran las 11 a.m. y la Matuma se mantenían caliente. 

No siempre son las mismas personas, hay diferentes grupos que participan, a inicios del mes la comunidad realiza los semaneros del mes, donde se asigna el quehacer mensual a los feligreses. Y es precisamente la organización colectiva y participativa de las personas.

«(…) como ve ahorita, hay hartita gente, entonces pues uno solo no puede. Entonces eso es a lo que nos lleva que tú esto, yo el otro, tú traes, yo llevo y así»

Y aunque el cansancio sea notorio, doña Elvia que no había dormido, le pide a sus comadritas que den tamales o tortillas porque hay mucho, y la Matuma no se puede comer sin el tamal, sin la tortilla, sin el atole agrio, sin el agua minera que reemplaza el pulque que antes acompañaba al mole; bebida que sigue estando presente y es sin duda, parte de esta reunión.

«Y con algunas tortillas también o y si hay tamalitos, pues también te dan tamalitos, pero luego también se acaban. (…) es como una como un agradecimiento, ¿no? Por tu aportación y porque vienes a acompañar, pues llévate el molito a tu casa y lo compartes con tu familia».

Aunque la costumbre era traer tamales o tortillas, las nuevas generaciones han traído nuevas costumbres.

«A veces nada más unos vienen a comer, por decir, no trae sus tortillitas ni nada, nada más vienen y a lo mejor traen sus 100 pesos, sus 50 pesos por un plato de de este chilito. O sea, no es necesario que traigan a fuerza sus tortillas porque hay jóvenes o muchachas que a veces pues les gusta vienen y pues ahí están mis 50 pesos o ahí están mis 100 pesos».

Ahora también se han abierto a la «limosna», una cantidad voluntaria que por lo general, los más jóvenes dan al llegar a la casa del mayordomo para contribuir con la tradición.

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La Matuma
«TEXKIHIATSI, TEXKIDE ZAGIBIYENHMI» que significa bienvenidos, se lee en letras colocadas por el mayordomo. Foto: Valeria Arroyo

La Matuma, el mole de ladrillo, el convite

Aquí, hay una mezcla de tradiciones, costumbres y cultura de Ixtenco; y la Matuma es primordial para hablar de la lengua Yumhu. Desde el 9 de febrero de 2016, este mole fue declarado patrimonio cultural inmaterial de Ixtenco, por su origen y tradición.

El secretario, Luis Miguel Rojas mencionó que van 252 años de llevar a cabo estas actividades que al pasar los años, las fiestas son más grandes.

Ixtenco está conformado por 9 barrios: San Antonio Primero, San Antonio Segundo, San Juan Primero, San Juan Segundo, San Gabriel Primero, San Gabriel Segundo, Resurrección Primero, Resurrección Segundo y Santiago (Santiaguito). Cada año se comisionan dos barrios para encargarse de las festividades, este 2025 le tocó al barrio de la Resurrección y el próximo año le toca a Santiago que es el barrio único.

Cada barrio se organiza junto con sus habitantes para contribuir con su cooperación económica que se ahorra, y con ello se planifica la fiesta del 25 de junio. Con los novenarios y los mensuales, la gente organiza las actividades administrativas, de quehacer, celebran la misa eucarística, llamada misa de mensual, donde los vecinos dan la cooperación establecida grupalmente; pero también para disfrutar cada mes la Matuma.

La disposición de las personas es importante para que esta cotidianidad continúe, pero también para que la economía que han generado a través de las tradiciones crezca. Por ello, se asigna una mesa administrativa con tres integrantes: un presidente, un tesorero y un secretario.

La Matuma

El secretario organiza los listados, cómo se van a llevar los mensuales, a quién le toca hacer los quehaceres y destina el monto económico para solventar la actividad del mes; además, designa a dos personas para cuidar la iglesia durante una semana. Al término de la fiesta del mensual se hace la contabilidad y se hace un corte de caja de cuántos fueron los egresos y cuántos fueron los ingresos para hacer un balance y saber cuánto se obtuvo como utilidad para preparando la fiesta del 25 de junio.

Llegado el ultimo mensual, se da aviso a los participantes del corte de caja, y anunciar lo recabado para pasarlo al siguiente barrio. Con este monto económico se solventan los gastos de alimentación que se le brinda a los visitantes, para los juegos pirotécnicos, bandas de música. Y aunque es una laboral que tiene su complejidad, Miguel Rojas, menciona que para él es un orgullo poder contribuir de esta manera a la festividad.

«poder coordinar a un grupo de personas es complicado, porque cada quien tiene una forma de pensar y de ver las cosas. Dentro de las costumbres y tradiciones hay personas mayores que están acostumbradas a ciertas formas de organizar las cosas. Y cuando entran personas un poco más jóvenes  también tienen otra idea. Entonces, tenemos que conjugar la aportación de una parte con la otra para aterrizarlo en algo donde todos participemos.»

Después de pasar la mayordomía al siguiente barrio, los 9 barrios se reúnen para realizar un novenario por la mañana del 14 de junio hasta el 22 de junio donde hay una celebración eucarística, y por las noches hay tamales y atole en el zócalo, es ahí donde toda la gente se reúne para convivir, y continuar con la tradición.

La Matuma
Los mayordomos disfrutan de la banda, quien fue contratada por una persona como agradecimiento al patrono San Juan. Foto: Valeria Arroyo.

«Yo tengo la mayordomía de San de San Juanito»

En esta ocasión, el mayordomo Marcelo Antonio fue elegido para servir a San Juan, quien recuerda que sus ancestros también fueron mayordomos. Recuerda también que a corta edad estuvo al frente de una mayordomía porque su padre enfermó de un momento a otro.

Se dice que la mayordomía es la persona que coordina los eventos religiosos y sociales, recibe a la gente en su casa donde resguarda al patrono San Juan todos los 24 del mes; y como recompensa a las personas que con su aportación se continúan con las tradiciones, se les da el molito de Matumba, «Matumba, ¿Qué será?».

«En otomí es Matuma.Y en español es mayordomía. Entonces, como dicen, «Yo tengo la mayordomía de San de San Juanito». Que quiere decir que yo soy el Matuma de San Juanito, que es lo mismo mayordomo».

«Anteriormente decían, «Vamos a casa.» Las personas ancestras decían, «Vamos a casa del Matuma.» No decían casa del mayordomo. Por ejemplo, como ahorita los que se acercan, dicen, «Vamos, casa del Matuma.» No dicen, «Casa del mayordomo.» Pero bueno, se entiende porque ellos como hablaban hablaban más en otomí, por eso lo decían así el Matuma».

En esa ocasión a San Juan le tocó música durante el traslado de la iglesia a la casa del Matuma, fue la buena fe de una persona que donó la Santa Misa.

La Matuma
El mayordomo Marcelo Antonio disfrutando de la mayordomía. Foto: Valeria Arroyo.

«Todo esto se lo debemos a nuestros ancestros, estas costumbres, estas tradiciones o esta cultura, porque es una cultura, se lo debemos a ellos y y pues esperemos que no que no muera que la juventud, pues continúe».

Marcelo Antonio cree que la Matuma no desaparecerá pronto, porque la gente joven se involucra y le gusta, como sucedió este año, donde recibió a personas de 25, 30 hasta 40 años. Que a pesar de no continuar con la tradición genuina de saludar, pedir, y reconocer en otomí, comprende que es el resultado de los cambios y expresiones que ya no están en la cotidianidad de las personas.

«Ahorita no puse, pero ponía yo cocina, ponía yo tamal, ponía yo este atole, las palabras. ¿Para qué? Para que la gente que la hora que está comiendo ese tamal dice, «Oye, ahí dice tamal y mira cómo se pronuncia».

Hasta que Dios nos nos mande a llamar

Con esta es la segunda vez, que Juana Cepeda es mayordoma, la primera fue cuando recibió a la Virgen de Guadalupe en el 2015. Menciona que antes, las haciendas de los frailes de Ixtenco eran cuidadas por mayordomos, y que también por ello se quedó la mayordomía. 

«Ahora todo el barrio para mí son mis compadres, todos. Todos los del barrio Así puedan ser 100, pues los 100 son mis compadres».

En la ciudad no nos saludamos, nos encontramos, pero no nos saludamos, menos si no se conoce a la persona. En cambio, en un pueblo se saluda y se reconoce la existencia  dependiendo el momento: buenos días, buenas tardes o buenas noches. Desde 1773 que inició esta veneración, los pobladores se han encargado de generar la comunidad, la confianza entre las familias.

La Matuma
Actualmente, los músicos han expandido el repertorio musical interpretando canciones actuales y canciones clásicas. Foto: Valeria Arroyo

«Ya se va a buscar otra familia»  

Y aunque el espacio que ocupaba el santo San Juan en la casa de Juana Cepeda se quedará vacío, para ella no. Ahora, le corresponde al siguiente barrio la mayordomía, pero doña Juana tendrá el recuerdo de ver a tanta comadre y compadre en la casa que representó su Matuma, que durante un año compartieron la comida, la fe y la tradición por San Juan.

«En la mañana me puse a llorar. Ya se va mi San Juanito. Dice, «Ya se va a buscar otra familia».

Y es que Ixtenco aún no ha sido victima de ese turismo mercantilízante, sus barrios viven sin la necesidad de que sea reconocido; vive porque la comunidad se ha encargado de mantener la economía activa incluyendo sus costumbres.

Porque hay una cosa muy clara que entienden los pobladores, y es el hecho de arropar sin necesidad de sesgar las tradiciones otomíes que por generaciones han permanecido en el lugar.

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Valeria Arroyo
Valeria Arroyohttps://www.linkedin.com/in/valeriadelgadoarroyo/
Licenciada en Comunicación por la BUAP. Escribe para el género de política, cultura, derechos humanos, género y sociedad.
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