Tlaxcala. Por más de una década, Marisol Ramírez vivió bajo un entorno de violencia psicológica, emocional y económica ejercida por Ricardo N., el padre de sus hijas: Alhena, Mía y Anyela. En un acto de supervivencia, Marisol abandonó su hogar hace un año y tres meses, tras ser víctima de una agresión física que puso en riesgo su vida. Desde entonces, desconoce el paradero de sus hijas y de su agresor.
A pesar de haber solicitado apoyo a las instituciones de justicia, Marisol señala que ha enfrentado la indiferencia de un sistema que, asegura, ha priorizado la influencia y recursos de Ricardo N. por encima de la seguridad y el bienestar de las menores.
Las autoridades: Los otros actores ejerciendo violencias contra de las mujeres
En entrevista, Marisol Ramirez denunció que la jueza Danielvira Ramírez Jiménez del municipio de Zacatelco fortaleció la violencia institucional al saber todos los detalles y no actuar en su momento. Esta decisión ha dejado a las menores fuera del alcance de su madre y sin seguimiento sobre su situación actual; lo que Marisol ha declarado como una situación incierta y sin seguimiento efectivo de la seguridad de sus hijas.
A pesar del anhelo que querer reencontrarse con sus hijas, Marisol compartió que se ha visto desencantada por parte de las instituciones que tiene como objetivo brindar ayudar a las mujeres que viven violencia. Al respecto mencionó que la Licenciada Aurora Molina Sánchez, del Centro de Justicia para Mujeres en Tlaxcala, habría rechazado brindarle ayuda debido a un vínculo personal con el abogado de Ricardo N., en ese sentido mencionó que se sintió revictimizada frente a la situación de violencia que estaba viviendo mientras pedía ayuda.
Al observar la poca disposición de las autoridades, Ricardo N. se ha jactado, según Marisol, de contar con recursos económicos y contactos que le permiten obstruir la relación con sus hijas. Incluso ha intentado manipularla emocionalmente, sugiriendo que puede recuperar a sus hijas si retoma una relación con él.
Marisol admite que, al desconocer los procedimientos legales para presentar una denuncia, confió en abogados que carecían de perspectiva de género. Esto no solo limitó su acceso a una defensa adecuada, sino que también resultó en la omisión de pruebas clave que documentaban los episodios de violencia ejercida por su expareja, Ricardo N.
Esta falta de representación legal especializada exacerbó su situación y complicó aún más la búsqueda de justicia y la posibilidad de proteger a sus hijas.
La búsqueda de Alhena, Mía y Anyela, después de un año
Después de un año y tres meses de la última vez que vio a sus hijas, Marisol ha hecho un llamado a las autoridades locales y federales para investigar el caso y localizar tanto a Ricardo N. como a Alhena, Mía y Anyela. Su exigencia no solo busca la reunificación familiar, sino también el acceso a un proceso justo que garantice la seguridad de las menores y evite la revictimización de quienes, como ella, han sobrevivido a la violencia de género.
Gracias a la desesperación y a su lucha incansable, Marisol logró interponer una denuncia formal por la desaparición de sus hijas, Alhena, Mía y Anyela, esperando que este paso marque el inicio de una búsqueda efectiva y una respuesta contundente de las autoridades.
Ante la incertidumbre y el temor por la seguridad de Alhena, Mía y Anyela, Marisol solicita a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general que difundan los boletines de búsqueda de sus hijas. Considera que la visibilización del caso puede ser clave para localizarlas a la brevedad.
Marisol expresa su preocupación de que Ricardo N. pueda trasladar a las menores fuera del país, lo que no solo complicaría su localización, sino que también pondría en riesgo cualquier posibilidad de reunirse con ellas nuevamente. Su llamado busca sumar esfuerzos colectivos para evitar que este escenario se concrete y garantizar la protección de las niñas.
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