Marvin, Ernesto y Julio son amigos, se conocieron en el tren que los lleva a cumplir un mismo sueño: tener una mejor vida. En el norte sus caminos se separarán. Dos se quedarán en México y otro continuará su viaje a Estados Unidos. También los une una historia, durante su viaje en tren han sido saltados por elementos policíaos, incluyendo a policías de Tlaxcala.
Durante su paso por el albergue La Sagrada Familia nos contaron sus historias.
Marvin
Marvin es de Honduras, tiene 25 años y una hija de 5. Salió de su país con el sueño de poder darle a su familia una mejor vida. Trabajaba en una empresa dedicada a hacer paneles solares pero el salario era muy bajo. Debido a la pandemia por el Covid-19 la empresa tuvo que despedirlo.
Salió el 12 de agosto de su país. Lleva un mes viajando y señala que ha sido muy cansado. “Se sufre bastante, hemos caminado mucho, hemos aguantado hambre y frío”.
Terminó de gastar todo su dinero Tabasco. Sin embargo, ha encontrado gente que le ha regalado comida y comenta estar muy agradecido. Pero el camino para los migrantes es en su mayoría difícil.
El grupo con el que llegó fue asaltado por policías de Tlaxcala. No saben si eran elementos estatales o municipales. “Nos bajaron y nos pidieron nuestras cosas de valor, yo no traía nada. A mis compañeros les quitaron ropa, dinero, cadenas. Deberían tenernos más respeto, ser considerados. Nosotros sufrimos en este camino, lo poco que llevamos lo necesitamos”.
Sin embargo, asegura que nada detendrá su viaje. “Me gustaría después de estar allá, algún día regresar a mi país y poner una barbería. Tener más tiempo para mi familia, vivir una vida mejor, comprar un carrito y ayudar a las personas que lo necesitan”.
Ernesto
Ernesto es de El Salvador y su destino es Monterrey. Él no quiso hablar mucho de su vida personal, pero sí quiso denunciar cómo fueron violentados por elementos policíacos durante su paso por Veracruz.
Señaló que detuvieron el tren y los bajaron en una zona estratégica, donde ningún miembro del grupo pudiera escapar o pedir ayuda. “Durante el día los policías son muy buenas personas pero en la noche cambia todo. Nos asaltan y si no tenemos cosas de valor nos avientan al monte. Se aprovechan de que luego venimos sin comida y sin agua”
Subir nuevamente al tren depende de cuántas cosas con valor tengan los migrantes. Si no poseen nada no les permiten subir, no importa si son mujeres, niñas o niños.
“A mí me dieron un garrotazo en la pierna y no pude caminar tres días. Me escondí hasta que volvió a pasar el tren”.
Julio
Julio tiene 28 años y es de Guatemala. Su primer objetivo es llegar a Sonora, donde trabajará un tiempo para prosperar económicamente. Si lo logra dará el siguiente paso, cruzar la frontera.
“Quiero tener lo mío. Lo hago para darle dinero a mi mamá y a mis hijos. He estado en contacto con ellos, veo que mi familia se preocupa. Es que en este camino así como va nos podemos caer del tren y nos asaltan los garroteros”.
Es la primera vez que Julio emprende este viaje de migración y le ha sido muy difícil. “Se siente feo que nos quiten lo poco que traemos. También hay gente buena, todavía queda gente humilde y amable. Pero los mismos garroteros asaltan y hacen a las mujeres a un lado. Uno se saca de onda, si nos defendemos nos pueden hacer algo. Nos piden que nos quitemos la ropa, que nos quitemos todo y pues qué hacemos”.