Tlaxcala, Tlax. Una de las poblaciones más afectadas por las condiciones sociales son los adultos mayores. Quienes por cuestiones estructurales, han sufrido diversas violencias que han originado que a pesar de su edad sigan laborando para tener un sustento económico.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el INEGI, en Tlaxcala viven 141,241 personas de 60 a 89 años. De los cuáles 65,728 son hombres y 75,513 son mujeres.
En el mismo censo se destaca que los hombres adultos mayores que están afiliados a algún servicio de salud público como IMSS, ISSTE, PEMEX, DEFENSA O MARINA son 52,650 mientras que las mujeres el número asciende a 62,307. Representando así que el 89.39% de las personas de 60 a 89 años de edad cuentan con servicios de salud.
A pesar de que en este sexenio se ha reforzado y promovido el programa de pensiones para adultos mayores, éste es de $1,275 mensual, sin embargo el pago se realiza de manera bimestral. Si este pago lo diferimos de manera anual, una persona mayor de 68 años recibe al año una pensión de $15,300. La suma de tres salarios mínimos en el estado de Tlaxcala.
Sin embargo no tienen otras posibilidades de emplearse, pues su edad y su condición física son impedimentos para que se integren un sistema que exige competencias. Lo que los ha obligado a desarrollarse en la informalidad.

Adultos mayores postergan su situación laboral
Para tener una comprensión sobre las condiciones de precariedad en la que viven los adultos mayores, entrevistamos a dos personas mayores de edad, quienes a pesar de ya no tener la condición y la edad económica activa, siguen trabajando para sostenerse económicamente.
Idelfonso Pérez Lima originario de Chiautempan, actualmente tiene 82 años y sigue trabajando como artesano en el centro de Tlaxcala. En entrevista compartió que aprendió el oficio de los textiles a los 9 años de edad debido a que desde a temprana edad tuvo que buscar empleos para poder ayudar a sus padres.
Además de su trabajo como artesano, mencionó que cuando se casó también desempeñó el oficio de mecánico, esto porque trabajar exclusivamente en las artesanías textiles no era suficiente para su familia.
El señor Idelfonso enviudó hace cinco años y compartió que la ausencia de su esposa ha provocado que el trabajo que actualmente desempeña vendiendo y produciendo artesanías se vuelva complicado.
Pues Idelfonso dejó de realizar todo el proceso de producción de la artesanía y solo se involucra en ciertos procesos como el de coser con bastidor que hasta el momento es el más sencilla.
Además mencionó que por su edad le cuesta cargar su mercancía a su camioneta -esto para moverse de un lugar a otro- y aunque en ocasiones uno de sus nietos le ayuda, sabe que son actividades que no le gustan a sus familiares, por lo que ha preferido hacerlo solo.
Aunque es beneficiario de la pensión para Adultos Mayores por el Gobierno Federal, el señor Idelfonso puntualizó que no es suficiente. Por ello tiene que salir todos los días a vender sus artesanías.
«Yo trabajo porque no recibo otro tipo de pensión o ayuda por parte de mis hijos. Me dediqué al comercio toda mi vida y es lo único que sé hacer. Por eso cuando este Ayuntamiento nos mandó al parque Benito Juárez me preocupé mucho porque mis ventas disminuyeron y aquí en la Plaza Xicohténcatl al menos puedo vivir al día.»
Actualmente para atender su salud acude a uno de los centros de salud de su comunidad para realizarse chequeos básicos de acuerdo a su edad, pues no sufre de ninguna enfermedad crónica; por lo que considera que el servicio es bueno.
Por otro lado el caso del señor Juan Hernández originario del municipio de Zacatelco, actualmente tiene 80 años y se dedica a la venta y distribución de hilos.
Juan compartió en entrevista que durante su juventud migró a la ciudad de México y entró a trabajar en una fábrica textil, ahí estuvo laborando por dos años; sin embargo renunció porque uno de sus conocidos lo invitó a vender herramientas para construcción.
«Cuando noté que el comercio era más redituable y que yo podía escoger mis propios horarios, decidí renunciar a la fábrica. Jamás me imaginé lo complicado que iba a ser tomar esa decisión en mi vejez.»
A pesar de que el señor Hernández a través del comercio pudo tener una vida estable, compartió que actualmente por su edad le pesa seguir trabajando; sin embargo es una tarea que debe realizar para mantener a su esposa y a él.
«Aunque no frecuento a mis compañeros de la fábrica cuando hablo con ellos, me comentan que terminaron su vida laboral y se jubilaron. Ellos reciben una pensión y gozan de servicios como el seguro y yo aunque no me arrepiento de haberme dedicado a las ventas, si lamento no poder tener una vejez tranquila.»
El señor Juan compartió que no estar afiliado a algún tipo de servicio médico ha provocado que su esposa no reciba atención médica gratuita, pues su ella padece diabetes; y los medicamentos como la insulina, los tiene que comprar por su propia cuenta.
Juan también es beneficiario de la pensión de adultos mayores.

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