Guadalupe arma sola caso de su hijo desaparecido en 2018; «La autoridad no investiga»

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Tetla de la solidaridad, Tlax. Un día Guadalupe Cobos Arenas despidió a su hijo Gilberto Raymundo. Eran días diferentes pues acababa de entrar a laborar a una tortillería como moto repartidor. Ese día era todavía más inusual, porque su hijo desapareció. Guadalupe no lo olvida, el 1 de marzo de 2018 lo tiene grabado en su mente y corazón que a dos años desde la último vez que le vio, mantiene la esperanza de volver a verle.

En su domicilio, al interior de la unidad habitacional Antorcha Revolucionaria Infonavit Tetla, nos recibió el pasado martes 6 de julio. «Él es mi hijo», nos dice mientras desdobla una lona en la que imprimió la ficha de búsqueda de Gilberto que elaboró la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tlaxcala (PGJE).

¿Cómo ha sido el proceso?  

«Pues las autoridades no hacen nada. Estos papeles que ustedes ven acá son documentos de lo que yo he investigando, porque las autoridades a mí no me hacen caso». Para Guadalupe estos dos años mas que darle certezas sobre el paradero de  su hijo, le han abierto más dudas. Dos años en los que el caso de Gilberto ya ha pasado por tres personas que no pueden resolver a su madre acerca de esas pruebas, algunas presentadas por ella y otras, por sus vecinos.

Las diligencias la han llevado hasta Xalapa porque le dijeron que allá apareció un cuerpo con las señas de su hijo. El Ministerio Público de ese municipio en Veracruz le habló de las omisiones del MP en Tlaxcala. Guadalupe ha indagado como puede, con poco recurso económico, vendiendo sus bienes para poder seguir averiguando. «Yo no tengo abogado, yo no tengo quién me ayude», al día de hoy ni siquiera tiene copia del expediente de investigación.

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A dos años de haber visto por última vez a Gilberto, con esfuerzos que han sido pausados, lentos y espaciados, hace tres semanas Guadalupe estaba viendo la televisión cuando vio una entrevista que le hacían al colectivo La Voz de los Desaparecidos. Decidió comunicarse al teléfono que allí aparecía. Así conoció María Luisa Núñez Barojas quien también perdió a su hijo el 30 de abril de 2017 y que ha emprendido una lucha por la búsqueda y el acompañamiento de otras familias que han perdido a sus familiares.

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María Luisa le redactó un documento en el que, entre otras cosas, se hacen demandas que por Ley tendrían que haber sido ya solventadas en el caso de Gilberto fundamentadas en el Protocolo Homologado Urgente de Búsqueda de Personas Desaparecidas. «No me lo aceptaron en el MP, me dijeron que no estaban enterados y que les diera oportunidad de revisar mi caso, que al agarrarlo lo tenían que mostrar al jefe y que les podían llamar la atención, y que a lo mejor los quitaban del puesto», también le comentaron que al removerlos vendrían otras personas y nunca podrían dar solución a su problema.

Dos semanas le pidieron. Ya pasaron tres y ellos no la contactan para informarle de nada. Al marcar, le dicen que no hay avances.

¿Qué omisiones ha encontrado en el proceso?

«En el MP de Xalapa me comentaron que ellos no tenían ningún dato por parte de las autoridades de aquí de Tlaxcala para apoyarles en el reconocimiento del cuerpo», responde mientras nos muestra unos documentos que son los que le dieron allá. No. No era el cuerpo de Gilberto.

Omisión 1. Ministerio Público ineficiente 

Allá en Xalapa también le dijeron que las autoridades locales fueron omisas al no activar la Alerta Amber pues aquí le dijeron que no podían hacerlo porque su hijo era mayor de edad. En 2018 Gilberto tenía 20 años. En ese año, levantó una denuncia en Tlaxco; de allí la mandaron a Tlaxcala y le dijeron que la alerta no podía ser activada.

Omisión 2. El mensaje no leído

Ese día, Guadalupe le comentó a las autoridades que su hijo llevaba su celular y una hora antes de desaparecer le mandó dos mensajes a su esposo, «pero por cobrar porque ya no tenía crédito. Pero nosotros en ese momento no teníamos saldo entonces no los cobramos al instante. Le dije eso a la policía que si podían investigar, no hicieron nada».

Al día de hoy, Guadalupe desconoce el contenido de esos mensajes. Para ella, lo que allí pudo decir Gilberto es clave para saber de su paradero.

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Omisión 3. Las fotografías infantiles

Otro episodio que la mamá de Gilberto tiene presente es el día que encontraron unas fotografías tamaño infantil de su hijo en la casa de unos vecinos de otro edificio al interior de su unidad. De acuerdo con la señora, se trata de un hombre con dos hijos con antecedentes de drogadicción y violencia doméstica, razón por la cual su madre los dejó, pues golpeaban a su mamá y el señor lo permitía. Una familia con la que Guadalupe ya había tenido diferencias tiempo atrás.

«Le abrieron la cabeza a mi señor con una llave perico mucho antes de que pasara lo de mi hijo».

«Esas personas ya tienen antecedentes aquí pero las autoridades no hacen nada por venir a checarlos. Viene la patrulla y nada mas medio suben, no sé qué les digan, se bajan y se vuelven a ir», comparte Guadalupe.

Para ella, es inquietante saber que puede tener a unas casas de la suya a quienes pudieron estar involucrados en la desaparición de su hijo. Y no puede dejar de preguntarse el por qué tenían unas fotografías de Gilberto al lado de su televisor cuando su hijo no le hablaba a ninguno de los miembros de esa familia. «Nosotros tenemos años de conocerlos. Aquí tengo 35 años y no teníamos contacto», asegura.

Por lo pronto, tiene entre su expediente el registro del día y la hora en que la Policía Estatal acudió a la Unidad luego de que el vecino que descubrió las fotos de Gilberto diera parte a las autoridades. También tiene el número de la patrulla.

«Ellos se llevaron las fotos», sentencia.

Señaló que cuando fue a preguntar sobre esas pruebas porque gracias al vecino se enteró de su existencia, para verlas, para que se las entregaran o simplemente para saber qué procedía con esa nueva evidencia.  «Pero no me quisieron dar información, ni los nombres de los policías y que en ese momento había sido cambio de administración y que fuera hasta el otro día. Asistí pero me dijeron que la patrulla estaba descompuesta, que la estaban arreglando, que los policías habían salido de vacaciones, que no sabían quiénes eran. Di la hora, el número de patrulla, pero nada. Todo esto desde 2018 y no me han hecho caso»

Incluso con el testigo del vecino por escrito que le entregó al comandante Diderot, la primera persona que referencia que llevó el caso de Gilberto, nada. «No me dicen nada».

Omisión 4. El cierre de la tortillería 

Otro elemento que para Guadalupe es fundamental esclarecer tiene que ver con el último empleo de Gilberto. Él estaba trabajando en una fábrica antes. Por un anuncio de que se buscaba moto repartidor en una tortillería, entró allí a laborar. El día que desapareció era también su primer día.

«Esa tortillería la cerraron después del mes de que nosotros contactamos a su dueño, cerraron. El por qué lo desconozco», menciona aún desconcertada Guadalupe.

Narra que el señor nunca buscó su moto, solo le interpuso una denuncia por abuso de confianza. Cuando fue a verlo para preguntarle sobre el paradero de Gilberto, le preguntó por qué no fue a su domicilio a buscarla. Le dijo que él creía que iba a llegar pero que independientemente de eso quería que ella le pagara su moto. «¿Cómo le iba a pagar la moto si no encontraba a mi hijo».

Le dijo que iba a poner una denuncia por robo, y ella pensó que sería perfecto para acelerar la búsqueda de Gilberto. Pero nunca la interpuso. Fue la primera y única vez que tuvo contacto con el señor.

«La tortillería apenas estaba empezando. Cuando mi hijo desaparece, al mes la quitaron».

El comandante Diderot fue a hacerle preguntas. A los días, la tortillería cerró.

Esa es otra pregunta para la que Guadalupe urge una respuesta, ¿Por qué cierran la tortillería?

Sobre las autoridades…

El comandante Diderot, el comandante Maza y la licenciada Miriam

«Yo entré en contacto con él porque lo puso la procuraduría, él era o estaba trabajando en secuestros. Porque primero a mi hijo lo pusieron en la carpeta de desaparecidos, luego lo pasaron a la de secuestro y el joven Diderot era el que supuestamente estaba llevando mi caso». El comandante Diderot, narra Guadalupe, fueron a la unidad algunas ocasiones y luego desaparecieron.

Cuando se puso en contacto le dijeron que el comandante ya no llevaba su caso. Al preguntar quién estaba a cargo, le pidieron acudir para informarle. En este momento sabe que el caso lo lleva a quien señaló como la licenciada Miriam y el comandante Maza. Pero nunca ha podido comunicarse con él y cuando ella la atendió le dijo que el comandante «estaba un poco indispuesto».

Al preguntarle sobre los mensajes y sobre las llamadas le dijo no tener respuesta y que «estaban trabajando».

Marco Mena

«Yo metí escritos a Marco Mena, al Procurador. Marco Mena nada más me contestó esto», dice mientras nos muestra un oficio de una hoja con dos párrafos de tres líneas en el que turna su petición a la PGJE para que se le informe sobre su caso. «Esta fue la hoja que me mandaron porque jamás me recibió personalmente. Yo pedía que me atendiera él, que me escuchara él, porque cuando estuvo aquí yo lo apoyé muchísimo», recuerda.

La respuesta del gobernador a Guadalupe reza: «A fin de atenderle oportunamente, informo a usted que he turnado su petición a la Procuraduría General de Justicia del Estado, con el objeto de que se informe sobre el seguimiento de su asunto»

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Se acuerda que cuando el ahora gobernador del Estado era candidato le reunió gente allí en el municipio. «Iba a sus reuniones. Cuando yo necesité que él me atendiera, él personalmente me dijo que estaba ocupado. Le dije que era mi hijo, que estaba desaparecido. Dije que necesitaba hablar con él para ver si así las autoridades me hacían caso, pero me dijeron que no me podían atender y me mandó este documento, porque él nunca me dio la cara».

Al entregar el oficio del gobernador, no paso nada.

Mariano González, hijo

También habló personalmente con el hijo del exgobernador Mariano González Zarur. Le explicó su caso y le dijo que la iba a apoyar, que no se preocupara. «Mientras estuvo aquí en la candidatura me atendían, pero de ahí dejaron de atenderme, dejaron de ayudarme y no tuve apoyo de nadie. De hecho, pues yo no tengo apoyo de nadie. He pedido apoyos a muchos funcionarios y no me hacen caso».

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De madre a investigadora y abogada

¿Cómo es que se han dado estas diligencias de su parte? ¿Cómo es que pasa de un día a otro a convertirse en investigadora?

Es desde la desesperación que Guadalupe encuentra fuerza y resiliencia para seguir, investigando como puede. «Porque yo no tengo la economía para estar yendo y viniendo. Esta vez que yo fui a Xalapa fue porque aquí los vecinos me ayudaron. Me regalaron para los pasajes. Se enteraron de mi problema y se acercaron diciéndome: Con lo poquito que te podamos ayudar, vete a ver si es tu hijo».

Con los ojos llorosos nos muestra su casa. Ya vendió su sala y su comedor. «Yo no tengo estufa», dice mientras recorre una tela que divide la entrada de su cocina para enseñar un comal que es donde calienta sus alimentos; «tampoco tengo cama», sigue compartiendo al tiempo que camina a su cuarto y nos invita a pasar para observar que duerme en en colchón sin base.

«Todo lo he vendido para poder seguir buscando a mi hijo. Pero las autoridades te reciben el documento, lo archivan y allí lo dejan».

En Tlaxcala falta organización de padres y madres de personas desaparecidas

«Yo sé que no soy la única porque habemos demasiados pero como se los he dicho, si nos pusieran cinco minutos de atención, yo creo que podemos salir adelante. Pero desgraciadamente no lo hacen». No obstante, al preguntarle a Guadalupe sobre si ha logrado organizarse con otras personas en su situación dice no tener contacto con nadie. «Yo solita y con mi amiguita que es la que me ayuda desde el primer momento que desapareció mi hijo. No he ido ni a mitings ni a nada. Yo solita he estado investigando, hasta ahora que me encontré a Maria Luisa de La Voz de los Desaparecidos. Pero de ahí en fuera, nadie.

Guadalupe está abierta a poderse contactar con más padres y madres que tengan a sus hijas e hijos desaparecidos. Piensa que si se unen, el gobierno podría hacerles caso.  «Si en mis manos está también ayudar a más gente para que encontremos a nuestros familiares pues también. Si es necesario ir a mitings, ir a hablar con el gobierno y reunirnos todos, pues lo hacemos para que así nos pongan un poquito de atención».

Reflexiona y piensa en el atentado que recientemente sufrió el secretario de seguridad de CDMX, Omar García Harfuch, «A esta persona hasta corrieron para ver qué le pasaba y a nosotros. Le llevaron a la ambulancia, a la patrulla y anduvieron. Sabrá Dios si a las personas que ya detuvieron sean los culpables, pero según ellos, ya se movieron. Y a nosotros, pues qué nos esperemos».

Guadalupe quisiera tener una voz más potente, una voz que haga que las autoridades le hagan caso, que le pongan «un poquito de atención. Mi hijo no es funcionario, no es abogado, no es nada. Para el funcionario de Ciudad de México se movieron y corrieron. Pero a gente como nosotros que no tenemos nada qué ver con el gobierno, no nos toman en cuenta».

Pide a las autoridades «un poquito de corazón, un poquito de sentimiento y que nos tomaran en cuenta. Porque mire ya son dos años y mi hijo sigue desaparecido, y no tengo ninguna respuesta de qué es lo que dicen los mensajes, a quién fue la última persona que llamó. Nada. No tengo nada».

«Estoy como al principio, pero la esperanza sigue. Yo no pierdo la esperanza de encontrarlo».

Como madre exige certeza y acompañamiento, no sentirse sola. «Hay muchas dudas, pero no hay ninguna respuesta. Ninguna solución, ¿A dónde está mi hijo? ¿Por qué desapareció?»

 

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