Texoloc, Tlax. Aurora Saltillo es madre de Mariana y Adriana, hace veintisiete años su maternidad dio un cambio al enterarse de que su hija menor fue diagnosticada con sordera profunda. Desde entonces ha dedicado su vida a buscar espacios para que su hija pueda acceder a una mejor calidad de vida. Sus hijas son personas con discapacidad.
Aurora es originaria de Nativitas; sin embargo, al casarse formó un hogar junto a su esposo e hija Mariana en el municipio de Texoloc. Laboralmente se desarrolló como cajera en diversas tiendas departamentales y el apoyo de su familia permitió que a mediados de los 90’s pudiera tener una estabilidad entre lo laboral y la maternidad.
En 1996 fue madre por segunda ocasión de Adriana, en entrevista compartió que el nacimiento de su hija menor fue difícil porque había nacido antes de los siete meses de gestación, lo que provocó que desde un inicio estuviera en hospitales.
Aurora comentó que los dos primeros años de vida de Adriana fueron complicados debido a que por ser una niña prematura desarrolló diversos problemas de salud. Fue a través de diversos estudios médicos donde le informaron que su hija tenía problemas auditivos, por lo que tuvo que ser intervenida en diferentes ocasiones, no obstante a los dos años y medio, perdió totalmente la audición.
«El médico que atendía a mi hija me informó que tenía problema de adenoides y anginas, por lo que fue intervenida a los dos años con ocho meses, y fue después de esa cirugía cuando me informaron que mi hija había perdido totalmente la audición. Ella nació oyente, desafortunadamente por negligencia médica, perdió la audición.»
Personas con discapacidad y el difícil acceso a la educación
Razón por la que Aurora decidió dejar de trabajar para dedicarse totalmente a la salud y bienestar de Adriana.
«Para mí, conocer el diagnóstico de mi hija fue muy complicado. Recuerdo que en ese momento el médico de mi hija me dijo: lo que usted quiera que sea su hija, lo va a lograr; pero pues hay que dedicarle tiempo. Fue ahí cuando hablé con mi esposo y acordamos que yo dejaría de trabajar para dedicarme cien por ciento a mi hija mientras él trabajaba.»
Cuando Adriana cumplió tres años, inició la búsqueda de Aurora por encontrar escuelas que pudieran darle las herramientas pedagógicas y de esa manera pudiera socializar con otros niños. Aunque estaba consiente de que sería complicado en un kínder de su comunidad en Nativitas.
«En ese momento era aún más complicado que ahora encontrar un kínder que aceptara a personas con discapacidad, pero me acordé de la maestra que le había dado clases a mi hija mayor. Hablé con ella para que le diera la oportunidad a Adriana y me dijo que sí, pero que iba a necesitar que yo estuviera con ella durante las clases, para ayudar a Adriana a entender. Y fue complicado.»
Después de su primera búsqueda educativa, Aurora decidió trasladar a Adriana al Centro de Educación Múltiple (C.A.M) de Nativitas. En este tipo de centros educativos brindan atención escolarizada a los alumnos y alumnas con alguna discapacidad o con discapacidad múltiple. No obstante, Aurora reconoció que en ese momento el C.A.M no contaba con las condiciones para atender a su hija, por lo que decidió llevarla a la escuela que se encuentra en Ocotlán.
«A pesar de que las maestras ponían su esfuerzo para que mi hija aprendiera, en ese momento no recibía la atención que Adriana y yo necesitábamos. Porque a mí me decían que le explicara las clases, y yo necesitaba que me dieran las herramientas pedagógicas para que mi hija se aprendiera a comunicar con otras personas.»
Ante el panorama, Aurora junto a su familia aprendieron a desarrollar su propia lenguaje de señas, pues para ese momento había un desconocimiento de las instituciones educativas. En búsqueda de soluciones, Aurora coincidió con una doctora que le ayudó a realizar los trámites para inscribirse en la Clínica John Tracy de Los Ángeles California, que a distancia y a través de correo la instruyeron para atender las necesidades de Adriana.
«Formar parte del programa de la clínica John Tracy me ayudó mucho. Aprendí muchas cosas y fue como Adriana y yo empezamos a trabajar desde casa un sistema escolarizado de preescolar. Y así pudo concluir el kínder, trabajando ella y yo desde casa.»
Para Aurora, el hecho de que Adriana terminara el preescolar le dio satisfacción; sin embargo sabía que el camino recién empezaba. Fue así que buscó el C.A.M de Atlahapa, donde la atención fue más especializada. Ahí Adriana pudo aprender Lenguaje de Señas Mexicanas.
«Para llegar a Atlahapa tomábamos mi hija y yo dos combis. Nos salíamos desde temprano para estar puntuales en el C.A.M. y tuvimos que desaprender el lenguaje que ella y yo habíamos inventado para comunicarnos. Adriana siempre tuvo la intención de aprender y yo hacía todo lo que estuviera en mis manos para que fuera así. Tomábamos cursos a fuera del C.A.M, Adriana aprendió a leer y a los quince años salió de la primaria.»
Fue así que inscribió a Adriana a la Telesecundaria en Nativitas, pero el proceso fue complicado, porque ninguno de los docentes que impartían primero de secundaria querían responsabilizarse sobre el proceso educativo de Adriana.
«En cuanto supe que mi hija iba a salir del sexto, busqué una telesecundaria. Hablé con el director y me dijo que no había problema. El primer día de clases vi que los maestros estaban discutiendo para ver en qué salón se iba a quedar; en ese momento sentí muy feo. Finalmente me dijeron que tenía que estar yo durante su horario de clases y así estuve hasta que me dijeron que no, que Adriana tenía que asistir sola. Yo sentí miedo y sí noté un retroceso, porque ella me decía que no entendía. Pero en la casa yo le explicaba todo.»
Aurora compartió que aunque su hija egresó con buen promedio de la secundaria, no hubo ninguna preparatoria en Tlaxcala que atendiera a personas con discapacidad auditiva, razón por la que tuvieron que salir a Puebla.
«Yo veía que a mi hija le gustaba aprender, y yo quería que siguiera aprendiendo, y aquí en Tlaxcala no había ninguna escuela que aceptara a Adriana y que tuviera el modelo de aprendizaje que necesitaba. Me dijeron que en Puebla sí había y no lo dudé y nos fuimos a Puebla. Allá convivía con personas con otro tipo de discapacidades. Yo la esperaba mientras ella tomaba clases porque no la podía dejar que se fuera sola. Y fue así que mi hija también pudo concluir bien la prepa.»
A pesar del esfuerzo de Aurora y el papá de Adriana para que concluyera una carrera universitaria, ni en Tlaxcala ni en Puebla encontraron un lugar seguro para que Adriana pudiese formarse profesionalmente en la pintura.
«En Tlaxcala nos dijeron que los maestros no estaban capacitados para atender personas con discapacidad, y en Puebla me dijeron que al menos tenía que haber cinco personas para formar un grupo. Pero yo no sabía quién más quería estudiar la misma carrera que mi hija, y que tuviera la misma discapacidad que mi hija. Fue muy difícil»
Pese a todos los retos, actualmente Adriana se ha desempeñado como maestra en lenguaje de señas mexicanas y ha podido a ayudar a personas con discapacidad auditiva. Aunado a ello, también trabaja como oficinista.
«Adriana se ve feliz dando clases, ese es su lugar, solo que hay que ver qué espacios pueden darle trabajo. Porque aunque ahorita trabaja en una oficina, le cuesta relacionarse porque la gente no sabe Lengua de Señas Mexicanas.»
Para Aurora, tener una hija con discapacidad ha sido un reto, porque reconoce que en Tlaxcala no hay las suficientes condiciones para que las personas con algún tipo de discapacidad puedan desarrollarse. Externó que dar toda la atención a Adriana le ha dificultado su relación con su otra hija, quien se sintió abandonada.
«A veces me hija Mariana me dice que toda mi atención se fue con Adriana, pero ella sabe que Adriana me necesitaba y que si hoy mi hija Adriana puede valerse por sí misma es porque yo debía guiarla. Mariana siempre estuvo al cuidado de mi mamá, y supongo que de haber contado con instituciones efectivas, tal vez hubiera tenido tiempo para atender a ambas, pero desafortunadamente no fue así. Yo solo quería que Adriana pudiera ser una mujer autónoma, como su hermana.»
Aurora actualmente es ama de casa, y sigue apoyando a Adriana en cuestiones profesionales.
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