Han quedado en el olvido los planes y programas de varias administraciones para impulsar el uso de la bicicleta; como un medio de transporte sano y ser integrado de manera equitativa al sistema vial de la ciudad.
Más allá de impulsar el ciclismo urbano; en primera instancia, se trata de garantizar infraestructura segura y digna para los miles de usuarios que ya se mueven en este noble medio de transporte; probablemente el más noble.
En efecto, existen más de 18 mil ciclistas activos diariamente; según el Diagnóstico de la Movilidad Ciclista para el Estado de Tlaxcala, realizado en 2017 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Estado (SECTE) y certificado por Bicicle Policy Audit (BYPAD).
La necesidad de las ciclovías
La Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) en Anatomía de la Movilidad en México (2018); señala que a Tlaxcala es el lugar 11 en población que se desplaza al trabajo en bicicleta para ir a la escuela (39%); y número 15 de los que lo hacen para ir a la escuela (18%); sin embargo, también, muestra que Tlaxcala es el único estado del país en el que no se invierte ni un solo peso infraestructura ciclista; provocando que, por ejemplo, no sea parte de la lista del Ranking de Ciclociudades (SEDATU, 2018); pues no cuenta con infraestructura ciclista, ni planeación, educación, promoción e información para evaluar.
El diagnóstico de BYPAD hizo de Tlaxcala el primer estado de la República y tercero en América Latina en recibir un certificado de condiciones óptimas; para hacer del ciclismo una forma de promover la movilidad sustentable. Con él, se aseguraba la llegada de grandes proyectos de infraestructura ciclista; como ciclovías y estacionamientos, que se ubicarían en la zona conurbada, que contempla municipios como Apetatitlán, Totolac, Chiautempan y Tlaxcala.
Lamentablemente quedaron sólo como anuncios
Lo mismo puede verse al revisar documentos como los Programas de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano. Por ejemplo, el correspondiente al periodo 2011 – 2016 se decantaba por una movilidad sustentable, articuladora y eficiente donde, para los centros urbanos del Estado, procuraría el desarrollo de infraestructura para permitir una “movilidad suave” y generar un plan de acción de ciclovías.
A pesar de estos planes y programas que no han llegado a materializarse en las calles de la ciudad, existen vestigios de un esfuerzo por impulsar dicha infraestructura, como lo ocurrido entre 2005 y 2008, aproximadamente, donde se realizó un pequeño circuito ciclista en el centro de Tlaxcala, apareciendo como una señal de las acciones que podrían tomarse para mejorar la movilidad urbana para todos.
En calles como la Avenida Juárez, la Avenida Lardizábal, la Calle Xicohténcatl y Porfirio Díaz, puede verse una franja de adoquín en un tono más claro que el resto, esto creaba el espacio destinado a una ciclovía y transportes no motorizados. A la fecha, algunos las siguen ocupando y, según testimonios de ciclistas, fue una acción pequeña pero muy útil, pues los hacía sentir más seguros. Actualmente son sólo vestigios de un pasado más incluyente y los proyectos a futuro permanecen sólo en papel.
Los ciclistas urbanos son de los usuarios más nobles, pues no contaminan, no hacen ruido excesivo, ocupan poco espacio y mejoran la salud pública e individual, sin embargo, no cuentan con espacios destinados para ellos y la poca infraestructura que existía se ha rezagado.
¿A quién le importa?
Esto último da cuenta de una realidad palpable, pero que para gobernantes y gobernados parece no importar. Es necesario convertirlo en un problema público al que se le destinen recursos y políticas públicas. ¿Qué falta para hacer realidad acciones que mejoren la movilidad?
Además, ante la situación mundial de pandemia y recesión económica, la bicicleta se constituye como una de las mejores opciones para moverse, pues más allá de ser un medio de transporte económico, es también saludable y mejora el sistema inmunológico.
En suma, parece un buen momento para generar acciones emergentes y eficientes que impulsen una movilidad sana y activa en los centros urbanos y aprovechar el contexto territorial del Estado y sus ciudades, donde los traslados suelen ser cortos.
Aunque el ideal sea que cada vez más personas opten por una movilidad activa, como la bicicleta, primero hay que generar infraestructura ciclista, como ciclovías o bici-estacionamientos.
Pero tampoco es con la intención de que todos los automovilistas cambien de opinión y empiecen a usar bicicletas, no. Se trata, como hemos señalado, de proveer infraestructura digna y segura para las miles de personas que ya usan la bicicleta como medio de transporte diario y de incentivar a hacerlo a quienes tengan la posibilidad de usarla.
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