El 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. A través de Yaocalli Centro de Estudios y Acción Social, conocimos a Jacqueline Pérez, una joven tlaxcalteca de 25 años, originaria del Ixtenco.
Jacqueline es Licenciada en Ciencias de la Comunicación, actualmente cursa la licenciatura en Sociología. Ha sido una persona activa en la conservación de sus tradiciones, costumbres y en la lucha por conservar el maíz nativo en Ixtenco.
Desarrolló una radio comunitaria para darle voz a las personas de su municipio, es parte del Comité de Rescate de la Lengua Yumhu, el variante del Otomí propio de la región. Además se encuentra trabajando en una producción audiovisual para rescatar leyendas de Ixtenco, contadas por personas que hablan dicha lengua.
“El Otomí representa a Ixtenco, este municipio se caracteriza por su fiesta patronal que es el 24 de junio. La religión la tienen muy arraigada, tienen muy marcada la idea de que esa fecha no puede pasar desapercibida, ofrecen una misa donde dan de desayunar y elabora el atole agrio y tamales”.
A propósito de la gastronomía del municipio, señaló que su principal platillo es el “chile de matuma” o “chile de ladrillo”, emblemático por ser diferente al mole tradicional ofrecido en las fiestas patronales alrededor de todo el estado de Tlaxcala.
Asimismo mencionó, que la Feria del Maíz, es una celebración más reciente, pero con mucha importancia, ya que nace ante la lucha por conservar en Ixtenco el cultivo del maíz nativo. Esto ante la problemática del cultivo y consumo de maíz transgénico.
Ser de Ixtenco
Para Jacqueline, ser de Ixtenco es algo que la llena de orgullo y le da identidad, pero señala que durante sus primeros años fue algo complicado. “Precisamente por la falta de información, de darle valor al lugar en el que vivía. Conforme me fui dando cuenta de su riqueza cultural y de lo importante que es pertenecer a un municipio indígena, entendí que ser de aquí tiene valor no sólo emocional sino de identidad”.
Cuando sus abuelos fueron mayordomos, pudo vivir la experiencia de vivir en comunidad, sentir y experimentar desde muy cerca sus tradiciones, convivir con las personas y conectarse con sus raíces. Por lo que al salir a otros estados, porta con emoción ser tlaxcalteca. Pero en específico, ser de Ixtenco. “A las personas les genera curiosidad donde vivo, la curiosidad muchas veces nace cuando porto alguna cosa muy significante de la vestimenta tradicional”, dijo.
Aunque nunca ha sido discriminada por sus raíces, ha notado que existen estereotipos muy marcados en torno a la imagen de los indígenas. “No siempre uso indumentaria típica, pero eso tampoco significa que no sea de raíces indígenas. Es algo contradictorio, porque si te identificas así, las personas creen que debes ser de una manera en específico”, compartió.
Tal es el caso de sus bisabuelos, que se dedicaban a la venta de pepitas, huesitos y maíz. Ellos portaban trajes típicos.
“Hablando del racismo, su tez no era la que el mundo deseaba, por lo que adaptarse fue difícil, el hecho de que ellos tuvieran que salir a vender implicaba recibir malos tratos, ser mal vistos, ser discriminados”.
