Uno de los últimos artículos publicados por el Centro LatinoAmericano de Investigaciones Agroecológicas (CELIA) revela que frente al inminente colapso de la agricultura industrial por crisis de precios de insumos y cambio climático, la agroecología con sus diseño diversificados, resilientes y autónomos, construye el único sendero de esperanza alimentaria para la humanidad (Altieri y Nicholls, 2022).
Esta y otra afirmaciones dentro del artículo revela con claridad que más allá del cambio climático como detonador de una crisis global, estamos frente a una serie de amenazas para el modelo de agricultura industrial dependientes de insumos agroquímicos y el uso de combustibles fósiles.
Se demuestra lo insostenible y a la vez vulnerable que es esta forma de cultivar frente los cambios climáticos. Un dato alarmante es que a pesar de que estas formas de cultivo ocupan el 70% de la tierra cultivable del planeta, sólo están produciendo el 30% de los alimentos que se consumen a nivel mundial.
Esta situación es digna de reflexionar con una perspectiva muy consciente y crítica de lo que implica la interconexión de la humanidad con nuestra planeta Tierra; como ente viva habitada no sólo por seres humanos sino por una basta biodiversidad que se nos ha sido entregada – o más bien compartida desde hace milenios como algo para resguardar -, y que en las ultimas décadas de crecimiento y desarrollo industrial no se ha sabido preservar.
Derivado de este descuido y falta de preservación y desconexión con la tierra, estamos enfrentando una dura crisis de salud inducida por la pandemia, la crisis climática, la crisis económica y así se van extendiendo los eslabones de esta cadena de pérdida de biodiversidad, contaminación de todo tipo y enfermedades que humanidad hemos arrastrado en las últimas décadas.
La agroecología hace el panorama reversible
En este contexto, se mira un panorama aterrador, pero no irreversible. Es importante conocer nuestra realidad si deseamos transformarla, y la consciencia despierta a través de nuestra alimentación.
La agroecología es justamente el hilo que conecta esta resistencia, es una potente herramienta para cortar esta pesada cadena y un oasis en medio de un panorama sombrío.
Como Comunidad de Aprendizaje en Tlaxcala iniciamos conectando nuestras historias como mujeres pioneras de la agroecología en Tlaxcala. Primero, visibilizándonos a nosotras mismas entre nosotras, valorando nuestro trabajo en medio de esta crisis y de una sociedad que en general esta desinformada y mal alimentada. Después, posicionándonos frente a esta crisis, tomando espacios públicos para llegar a las personas y compartir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sembramos.
Como parte de esta expansión, comenzamos transformando un jardín público (Palacio de Cultura) en una farmacia viva; y desde marzo de este año, cada viernes de 2 a 6 pm nos reunimos en este espacio, donde ahora hay milpa, y talleres de agricultura urbana además de ser un punto de entrega y venta de productos agroecológicos y locales.
El resto de la semana tenemos un espacio llamado La casa de la abuela, ubicado en el centro de Tlaxcala, donde más de 26 productoras y productores locales ponemos a disposición de la población productos agroecológicos, naturales y locales como una alternativa no sólo de alimentación libre y consciente, si no también productos naturales de aseo personal y del hogar, textiles y artesanías de producción local.
Además, se abre también como un espacio de encuentro y aprendizaje de lo que implica la alimentación como un acto político, con una perspectiva agroecológica a través de talleres y charlas periódicas.
Iniciamos paralelamente un huerto comunitario en el municipio de Xaltocan, a 20 minutos de la capital, donde invitamos a las personas que consumen en la tienda a que también vengan a cultivar, a que siembren en sus macetas, pero sobre todo a que descubran con sus propias manos en la tierra todo lo que implica la siembra y cuidado de una lechuga, una col, un brócoli, una cebolla, un maíz, una calabaza, etc.
Visualizamos este momento como un reto colectivo que requiere un gran esfuerzo, pero para nosotras es una poderosa herramienta de sensibilización para la gente de la ciudad, y una de las formas de conectar al campo con la ciudad. Más que una propuesta es un propósito que nos hace mantenernos bien enfocadas.
La agroecología es una forma de vida, y la fuerza motora que impulsa nuestros pasos es seguir compartiendo nuestra visión del mundo, proyectos y sueños que se veían lejanos. Hoy son parte de una realidad donde “el centro es la vida misma” que nos motiva porque estamos convencidas de que ¡esta revolución es agroecológica o no será!
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