¿Conoces la historia del Niño del Cerrito de Nopalucan? Este relato ha trascendido generaciones, convirtiéndose en una de las devociones más emblemáticas de Tlaxcala.
Desde su aparición, los feligreses construyeron una iglesia en la cima de un cerro, un lugar donde cada juguete y cada ofrenda son testigos de milagros concedidos.
Niño del Cerrito de Nopalucan
De acuerdo con los habitantes de Santa Ana Nopalucan, en 1952, Alejandro Ocotero, un tlachiquero de la región, presenció la aparición del Niño Jesús en «El Cerrito».
El niño se acercó a él y le pidió que en ese lugar se construyera su casa, un santuario que llevara su nombre.
Como promesa, aseguró que sanaría a los enfermos, especialmente a los niños, y que sería un guía en momentos difíciles para los creyentes. Y para confirmar su manifestación, dejó la huella de su pie y una cruz marcada en la tierra, las cuales se encuentran resguardadas dentro de la capilla en el inmueble.

Los pobladores afirman que «El Niño del Cerrito» aparece ocasionalmente para jugar con los juguetes que los devotos le ofrecen.
Sin embargo, también existen testimonios que aseguran que los juguetes deben permanecer resguardados.
En el año 2000, la comunidad intentó donar los juguetes a un orfanato, pero algunos testigos relatan que vieron a un niño llorando por las calles de los pueblos vecinos.
Cuando le preguntaron la razón, él respondió que sus padres habían regalado sus juguetes y que ya no quería regresar a casa.
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Nadie lo reconoció hasta que una mujer notó su parecido con la imagen del Niño del Cerrito de Nopalucan. Después de este suceso, se decidió conservar todos los juguetes en una sala especial dentro de la iglesia.
Cada objeto entregado al Niño del Cerrito representa una petición o un agradecimiento por un milagro recibido.
Entre los regalos más comunes hay carritos, juguetes de madera, peluches, muñecas y pelotas.
Pero no solo se trata de juguetes; los devotos también llevan ropa, cartas, fotografías, títulos universitarios, dinero y otros objetos cargados de simbolismo y fe.
Cada año, en junio, se celebra una festividad en honor al Niño del Cerrito que se extiende por ocho días.
Durante este tiempo, los lugareños organizan una gran celebración en la que se comparte comida, café, tamales y pasteles con los visitantes. Las festividades incluyen música en vivo, con mariachis, rondallas y bailes populares que llenan el ambiente de alegría y devoción.