Nunca fui fan de Daniel Bisogno. No lo fui porque se trató de un personaje de la televisión mexicana, que siendo de una población estigmatizada, se atrevía a lanzar discursos de odio para ese y otro grupos poblacionales vulnerables. Un bully de la industria mediática nacional en toda la extensión de la palabra.
Y es que así como él, Tlaxcala tiene una bully que ha sido nociva para el ecosistema de medios en el estado, una bully multiplataforma pues se ha metido con los de la radio, con los de la tele, los del impreso y los digitales. Vaya, su ímpetu de conquistadora con tintes dictatoriales ahora ya la tiene buscando hacerse del control de la Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala.
Me refiero a Angélica Domínguez.
La nombro sin el miedo que generalmente provoca hacerlo. La nombro desde mi libertad editorial y advirtiendo que por hacerlo pudiera ganarme un ataque suyo hacia mi persona periodista, a mi integridad o un intento de golpe a la credibilidad de este medio (como ya lo hizo antes y pueden dar clic aquí para verificarlo) y suele hacerlo con quienes «se atreven» a meterse en su camino. Y lo advierto para dejar un precedente por lo que pudiera pasar en las siguientes semanas.
Se trata de la primer persona que llevó la comunicación de Lorena Cuéllar en su gubernatura. La misma persona que luego de que la cesaran del puesto porque ya tenía el agua hasta el cuello decidió ponerle un cuatro a la gobernadora «exhibiendo» en el 8M a funcionarios públicos en un tendedero orquestado por ella al enviar a varios hombres a colocar lonas que señalaban de violentadores tanto a funcionarios del gabinete de Lorena como a periodistas con quienes nunca se llevó, incluso difamando al entonces vocero de la gobernadora sobre una supuesta relación extramarital.
Y hablando de su trabajo formal, también fue Angélica la que, a menos de un año de tomar el cargo como titular de Coracyt, dejó fuera del aire a Tlaxcala Televisión, y durante ese periodo, instaurar una época de terror entre las y los colaboradores de este espacio de trabajo. Sin olvidar que por sus caprichos han despedido a funcionarios de varios niveles.
Angélica resuena en Tlaxcala, pero resuena en el radio pasillo donde se cuentan distintos episodios de abuso de poder y de confianza, abusos de los que nadie habla. Sin embargo, frente a un contexto en el que tenemos en la puerta de la esquina las elecciones de la UPET valdría la pena hacer un ejercicio de memoria para recordar a esta mujer y así evitar a toda costa que la planilla Dignificación y Libertad se alce como ganadora de la contienda.
Y es que esto va más allá de las y los periodistas. La ciudadanía en general debe saber que es gracias a ella que su Derecho a la Información ha sido ultrajado. Cuando estuvo al frente de la comunicación social del gobierno estatal actual, los medios vivimos una época de oscuridad y opacidad terrible, de negación de información, de fechas de entrevistas prolongadas, nunca aprobadas y del negocio vil con los convenios, negocio del que se dice que la Gobernadora no tenía conocimiento o del que quizá no recibía el porcentaje completo.
Ahora, Angélica busca hacerse del control de la UPET inflando el padrón electoral con trabajadores de gobierno que no son periodistas y llevándose entre las patas a la compañera que encabeza una planilla a la que le daremos el beneficio de la duda respecto a la ingenuidad con la que ha decidido «hacer equipo» con quien ha desprotegido y violentado al gremio una y otra vez.
¿Qué gana Angélica queriendo tener el control de la UPET si no es periodista y su formación y utilidad desde tiempos de Héctor Ortiz Ortiz ha sido como vocera y tapadera? Bueno, pues el tan atesorado en Tlaxcala «capital político», que aquí y en todo México se consigue aprovechándose de la necesidad de las personas trabajadoras; un capital que ahora quiere construir nuevamente ofreciendo convenios a las y los compañeros periodistas, haciéndolo de forma cínica en los pasillos del Congreso del Estado a cambio del voto por la planilla que ya eligió para manipular a su antojo.
Pero ya está dando patadas de ahogada porque en este intento de manipular la elección de la UPET queda expuesta como indefensa y sin juego en el tablero político desde el autogol que se hizo tratando con la suela del zapato a Josefina Rodríguez Zamora durante su paso por la Secretaria de Turismo del Estado. Bueno, no la culpo, tampoco me imaginé que la ahora Secretaria de Turismo del Gobierno de México iba a brincarse hasta a la gobernadora, con quien también presumo que ha de tener una relación con pincitas y que se mantiene vigente por el cúmulo de información que mutuamente se resguardan.
Que alguien le diga a Angélica que las mujeres también pueden ser machistas, para que ya suelte esa maña suya de actuar como operadora; que ya le digan que trabaje en encontrar habilidades de liderazgo (ya que insisten en ponerla a cargo de equipos de trabajo) enfocado en el humanismo para que pueda salir de una vez por todas de esas formas suyas de hacer las cosas desde la oscuridad, la confabulación y el golpeteo.
Que le avisen también que se están viviendo tiempos políticos donde las mujeres están irrumpiendo en el espacio público para colocar sus agendas, y que no puede olvidarse de que pertenece a esta población estructuralmente violentada para que ya deje de actuar desde el pacto patriarcal usando sus manifestaciones como estrategia de venganza.
Quizá que le digan todo lo anterior se puede lograr fácilmente cuando le manden esta columna y llegue a estas líneas. El logro real para poner un hasta aquí lo veremos este viernes 28 de febrero cuando en las urnas el gremio periodístico mande un mensaje claro de UNIDAD Y DIGNIFICACIÓN dejándola en la banca, desarmada y desfalcada, porque se rumora que hasta dinero está pensando meterle para manipular el voto. Les digo que trae unas mañas…
Al final, mientras Daniel Bisogno encontró en la televisión una plataforma para lanzar ataques disfrazados de opinión; Angélica Domínguez ha encontrado en el poder político el escenario perfecto para hacer lo mismo. La diferencia es que mientras uno se limitaba al entretenimiento, la otra ha intentado manipular instituciones, violentar derechos y usar al gremio periodístico como moneda de cambio. No se necesita ser un personaje de espectáculos para convertirse en un espectáculo en sí mismo.