Es preocupante ver que la violencia ha tenido un incremento considerable en Tlaxcala: asaltos a casas y en transportes públicos, robos en las calles, riñas que terminan en homicidios, acosos y agresiones sexuales contra mujeres, explotación sexual y feminicidios.
Todos estos hechos atentan contra la dignidad de las personas y el derecho a tener una vida libre de violencia.
En la última semana de marzo, en redes sociales, se publicaron tres casos graves de violencia contra las mujeres.
El primero: una adolescente de 15 años que fue abusada sexualmente por cuatro hombres al salir de su escuela; el segundo: otra adolescente de 15 años fue acosada por un elemento activo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC); el tercero: una mujer de 36 años que fue agredida sexualmente por un operador del transporte público.
Hemos llegado al punto en que la violencia se encuentra en todos los espacios donde nos relacionamos las personas: las casas, las escuelas, los centros de trabajo, los lugares públicos (parques, calles), el transporte, etcétera; una constante es que los victimarios son hombres.
Existen mecanismos contra la violencia de género: instrumentos legales (estatales, nacionales, e internacionales) que han abordado la problemática, especifican maneras para intervenir y desestructurarla.
Uno de ellos es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia.
Contiene 17 objetivos; el Quinto busca que haya igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
Para poder lograrlo establecieron metas; las dos primeras se enfocan en poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo, además de eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado.
Nueve años han transcurrido desde que la agenda fue creada y la violencia se ha agudizado. ¿Por qué la violencia contra las mujeres continúa? ¿por qué se ha agravado?.
Podemos enunciar varios factores: la pobreza, el desempleo, las desigualdades sociales, la falta de sensibilidad y compromiso de las instituciones que se encargan de prevenir, atender, impartir y procurar justicia, entre otras.
En cuanto a las instituciones, existe un resquebrajamiento que impacta en su quehacer. Quienes trabajan en ellas no tienen conocimiento de lo que les toca realizar ni tienen las herramientas necesarias: actúan en un laberinto burocrático para lograr que las víctimas, junto con sus familias se desesperen y desistan de levantar la denuncia.
Por otra parte, son los perpetradores de la violencia, como el caso mencionado líneas arriba, donde un integrante de la SSC es quien ejerció la violencia o el caso enunciado en medios de comunicación, donde el presidente municipal de Tetlanohcan violentaba a su esposa y a su cuñada.
Estos elementos nos trazan un camino que es urgente de andar; por un lado, es importante que los servidores públicos que laboran en lugares donde atiendan víctimas, reciban capacitación constante que los dote de habilidades, que sean sensibles sobre la situación en que se encuentran las víctimas y sus familias.
También es necesario que los espacios de atención cuenten con personal, instalaciones y presupuesto suficiente; y en el caso de los funcionarios hombres, debe ser obligatorio que acudan a espacios donde puedan reconocer sus violencias, trabajen en ellas y encuentren modelos distintos de relacionarse con las mujeres y con otros hombres, donde el diálogo y el respeto sea lo que prevalezca, todo ello para que tengamos instituciones funcionales que prevengan y atiendan la violencia que viven las mujeres.
Margarita Sánchez Cruz
Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C.
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