Mi querida audiencia, como siempre es un placer escribirles y heme aquí vertiendo mis siempre humildes letras para cuestionar a aquellos que están en la carrera por ostentar el poder en nuestro estado.
Nada me causa más placer que exponer mi punto de vista sobre las acciones de nuestros candidatos, aunque ya he sido tachado a la zurda y a la diestra no debemos confundirnos, aquel que obra mal debe ser señalado sin importar su color.
La critica siempre es la chispa que inicia la crisis de los sistemas que invariablemente debe concluir con una emancipación de las anticuadas estructuras, que pierden validez en cuanto muestran signos de agotamiento e ineficiencia y déjeme ser claro: este sistema de procesos electorales es arrebatadamente viejo.
¿Cuándo cambiaremos las formas de hacer política? Estamos atrapados en un circulo vicioso donde las acciones de proselitismo se realizan puerta a puerta, con eventos masivos y reuniones de personas, cosa a la que nos han malacostumbrado y hemos tomado como algo absolutamente normal salvo que este año tenemos un pequeñísimo detalle – una nimiedad prácticamente -: Estamos atravesando por la peor pandemia que el mundo ha visto en los últimos cien años.
Solo por presentarle unos datos, al día en que se escribió esta columna tenemos la nada alentadora cifra de 17,684 casos positivos de los cuales han fallecido 2,369 personas. Esto me hace cuestionarme ¿qué tienen en la cabeza los candidatos y operadores de campaña para convocar a eventos masivos o hacer el tan mencionado “toque de puertas” en plena era digital? De eso nadie se salva, todos y cada uno de los candidatos han realizado alguna de estas prácticas en mayor o menor medida, poniendo en entredicho el compromiso que tienen con el bienestar del pueblo tlaxcalteca.
Mucha gente ha tenido que limitar su movilidad, detenido sus actividades económicas y sociales para poder aportar su granito de arena en la lucha por detener esta enfermedad que tanto sufrimiento ha causado. Sin embargo, la ambición es grande – o el hambre es canija – y los partidos se han empujado unos contra otros para demostrar quien tienen más “músculo electoral”, reuniendo gente sin los lineamientos de salubridad que ya no digamos proporciona el gobierno, sino el mismo sentido común.
No crea usted que soy un insensato y desconozco desigualdad que impera en nuestra entidad, que el acceso a medios digitales es aún limitado lo que hace difícil una campaña puramente a distancia, pero ¿cuanto vale la salud de las personas? ¿podrán dormir por las noches pensando en que algunos de los asistentes a actos de campaña serán contagiados y no sobrevivirán? Lo peor es que muchos van con falsas promesas o directamente bajo amenaza de perder los programas, los apoyos o sus empleos, lo dejo a su consideración y piense en lo siguiente: aquel al que no le importa su bienestar durante la campaña ¿le importará cuando tenga el poder y no debe convencer a nadie?
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