¿La gentrificación en Tlaxcala es un hecho? El pasado 10 de febrero del año en curso, se anunció, por parte del gobierno del estado, la construcción de la Ciudad de la Cultura y Entretenimiento.
Un proyecto que afirma será un motor de desarrollo económico, incentivará la llegada de visitantes e inversionistas y que será un espacio para la convivencia, la participación ciudadana y para enriquecer al mismo tiempo la vida cultural.

Al leer y escuchar la afirmación de que dicho proyecto será un espacio para la participación ciudadana, surge las preguntas de si, previo al banderazo, ¿consultaron a las comunidades de los municipios en donde se ubicará el magno proyecto? ¿Tomaron en cuenta los conflictos territoriales que hay desde hace años entre los municipios de Amaxac y Yauhquemehcan sobre el terreno donde se construirá esa Ciudad del Entretenimiento?
En su discurso, la titular de la Secretaría de Cultura dijo:
“Hay que recordar que, con la visión de nuestra gobernadora, la promoción de la cultura tlaxcalteca es una estrategia que ha traído no solamente visitantes locales, sino de otros países…”
Y aquí es donde surgen también la duda y la preocupación sobre el significado de la Nueva Historia, que han mencionado desde la campaña y que han forzado durante ya casi cuatro años de gobierno estatal a través de la gentrificación y la turistificación del territorio y, al mismo tiempo, de la negación de los grandes problemas de Tlaxcala o la simulación en la búsqueda y la implementación de soluciones a esos mismos problemas.

Gentrificación en Tlaxcala
En este caso hablamos de la Turistificación que, de acuerdo a Rémy Knafou, es el proceso mediante el cual un lugar se convierte en un enclave turístico, y que esa transformación incluye la construcción de infraestructura y equipamiento, como dimensión física, y la generación de imágenes y representaciones, para transformar también la dimensión imaginaria, el imaginario social en y sobre el territorio.
Y que también, de acuerdo a Manuel de la Calle, esto lleva a concentrar y transformar la imagen de los elementos con valor patrimonial y cultural local para hacerlos de interés turístico; a cubrir con servicios las necesidades de la población foránea; a obligar a que los establecimientos que atendían a la población local cambien y adapten su giro comercial, o desaparezcan, para atraer a las y los turistas (esto hace que se modifiquen los precios, los horarios y hasta el idioma de atención); se desplace a la población y se vacíen barrios para insertar las viviendas locales, sobre todo las que están en o cerca de los lugares que se ofrecen a la turistificación, para insertarlas en el mercado del hospedaje.
Con apoyo en estas consideraciones, es fácil descubrir cómo en estos últimos tres años se han impulsado en Tlaxcala un proceso combinado de gentrificación y turistificación, para fortalecer el modelo económico de industrialización y urbanización a ultranza.
Sólo a manera de ejemplos de esto en la ciudad de Tlaxcala y pueblos cercanos, tenemos la transformación de casas viejas del centro, y hasta de la casa de campaña de la titular del gobierno estatal, en hoteles y hoteles Boutique; la desaparición de comercios locales diversos para instalar en su lugar o en competencia representaciones de franquicias nacionales y trasnacionales, sobre todo de alimentos, bebidas y tiendas departamentales.
Los intentos por desaparecer las expresiones culturales identitarias de la población transformándolas en meras atracciones folclóricas para el turismo; la destrucción y ocupación de áreas verdes al interior de la ciudad y de los pueblos vecinos para construir torres de departamentos y viviendas sin considerar siquiera su tamaño (como un espacio vital digno para quienes las habitarán) y su armonización con el paisaje, ya no se diga la suficiencia en los servicios que requieren, pero sí con la intención de destruir la identidad y la organización comunitaria en los lugares en que se ubican, sobre todo en relación a la administración comunitaria de servicios básicos como el agua.
Y claro, a esto se suma la especulación y el encarecimiento absurdo de las rentas, las viviendas y del metro cuadrado de terreno en la capital y que se está dando también en muchos pueblos y comunidades.
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Así, en lugar de buscar soluciones de fondo y contundentes para los grandes problemas en Tlaxcala, como las afectaciones a la salud a través de enfermedades crónicas no transmisibles provocadas por la contaminación industrial (como leucemia, otros tipos de cáncer y enfermedad renal crónica), la trata de mujeres y niñas para la explotación sexual, y el preocupante incremento de las violencias en el territorio, podemos afirmar, con base en lo estudiado por el investigador Adrián Hernández Cordero, de la UAM – Iztapalapa, que lo que se intenta es la reconfiguración económica, política y territorial de Tlaxcala a partir de la implementación, sin controles sociales y ambientales adecuados, del urbanismo y la industrialización neoliberal.
Entonces, es claro que en Tlaxcala se está implementando una política de turistificación que prioriza las necesidades de los visitantes y deja de lado las demandas de los habitantes locales, invisibiliza las costumbres, tradiciones y formas de vida que sustentan a la comunidad, para después destruirlas.
Detrás de proyectos como el de la Ciudad de la Cultura y Entretenimiento, se esconden el despojo, las enfermedades, la indiferencia, el extractivismo, la creciente violencia, la falta de empleos y empleos mal pagados sin prestaciones, la venta de la tierra y el alza en el costo de las viviendas, el desplazamiento de comunidades, la contaminación del agua, el aire y el suelo y la normalización de un discurso que nos promete desarrollo de las comunidades, pero que en el fondo solo acentúa la devastación de nuestra vida y nuestro medio ambiente.
Por: Reyna Soledad Santiago Castillo. Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C.