Tlaxcala, Tlax. Sonia Sánchez, argentina y sobreviviente de la prostitución y la trata en Buenos Aires, dio su testimonio en la Jornada de reflexión sobre la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, y políticas públicas, llevada a cabo este sábado en un restaurante de la capital de Tlaxcala.
Hasta los 16 años, lo único que Sonia conocía era estudiar, cosechar algodón y ser empleada doméstica. Y al no haber trabajo comía cada 3 días, por ello decide migrar en busca de mejores oportunidades.
Viaja a Buenos Aires y comienza a trabajar como empleada doméstica. Pero sufría de explotación laboral. Su día comenzaba a las 5 a. m., y terminaba a la 1 a. m. Cansada de las largas jornadas, exige un aumento o cambio, y así fue que la despidieron.
Sin conocer a nadie, por 5 meses y medio vivió en la calle, en la Plaza Miserere en Buenos Aires, muy conocida por allá. En la que había mujeres, trasvestis y prostitutas explotadas y explotados sexualmente. En un bajón del metro conoció la prostitución.
Antes de seguir con su historia, te contamos lo que narró sobre Tlaxcala al conocer la realidad de mujeres violentadas a través de la trata de personas.
¿Cómo abordar la prostitución en Tlaxcala?
Sonia mencionó que aquellas mujeres que se encuentran en la vía corta, no eligieron su forma de vida. Y rememoró que el sentimiento de verlas ahí paradas esperando para «prestar un servicio», mantiene viva la lucha para erradicar la prostitución de raíz.
Poder ayudar a dichas mujeres, y prevenir que niñas o adolescentes caigan en las redes de proxenetas. Y visibilizar que la prostitución no es un trabajo, sino una violación a los derechos de las mujeres. Violencia disfrazada con términos poco explícitos.
Al igual que como sociedad es fácil juzgar la vida y las condiciones de la misma de una prostituta, sea en Tlaxcala, en todo México o en todo el mundo. Pero poco se cuestiona acerca de aquellos que la consumen y la promueven.
Así como prevenir desde el diálogo con los niños, niñas y adolescentes, entrar a las escuelas a los barrios. Señalar el consumo de los varones y luchar por la penalización de quien consume la prostitución.
Sin puteros no hay puta, sin putas, no hay prostitución, sin prostitución no hay trata. Hablar sin maquillaje de la violencia hacia las mujeres, exigiéndole al gobierno restitución de los derechos y la búsqueda de justicia para todas.
Puedes revisar todas las actividades de la jornada, aquí.
Sonia y la prostitución
En dicha plaza, una mujer se acerca a ella y le da dinero para que pueda bañarse y asearse, de una forma aparentemente desinteresada.
Sonia vuelve a la plaza y le pregunta a dicha mujer, «¿ahora qué hago?», a lo que le responde «nada, siéntate, que los hombres van a hacer todo». Y así, entró la postritución a su vida. Cuidando de no ser arrestada porque allá la prostitución se castiga con arresto, se cansó de esa vida y decide buscar nuevas oportunidades. Y encontró que el periódico Clarín ofrecía el puesto de una camarera por Río Gallegos, en el sur de Argentina.
Por lo que ella decide viajar hasta allá, sin saber que formaría parte de la red de 5 familias de proxenetas, que manejaban toda la explotación sexual en esa región. Así que no llego a ser camarera, llegó a un prostíbulo.
Y contrario a lo que se pensaría que sucede dentro de la prostitución, ellas no manejaban el dinero. Y a cambio sólo recibían una pulsera de colores distintos según el «servicio». Y entre más ponga en riesgo la salud y credibilidad de la mujer, más alto es el precio.
«Tú como persona te adormeces para sobrevivir y construyes una realidad paralela», COMENTÓ SONIA.
Una violencia maquillada
Sonia, como sobreviviente de la prostitución y la trata de persona refiere que hay distintos términos que disfrazan y maquillan la violencia ejercida contra las mujeres en la prostitución. Tales como media francesa, francesa, francesa completa, completo con puño cerrado, lluvia dorada (violencia verbal).
Pero a fin de cuentas, se reduce a violencia física especialmente vaginal, anal y oral. Al igual que violencia psicológica, económica, política, civil. Hoy en día, se han adentrado en este mundo de violencia, silencio y dolor, niñas de 12 a 14 años.
¿Cómo pudo salir de ahí?
El dolor y el silencio acumulado para Sonia se transformó en distintas enfermedades. Tuvo 5 abortos a lo largo de su vida y sigue luchando por la libertad de los cuerpos de las mujeres.
Fue víctima del bautismo, que en la prostitución significa que durante una sola noche cierta cantidad de hombres violan a la prostituta. En su caso, fueron 25 con más de 3 veces cada uno.
Dentro de la prostitución no existen las caricias sólo hay manoseos, tampoco existen los abrazos.
Cuando Sonia dijo basta, empezó a nombrar las cosas por su verdadero nombre. Y aunque al principio ella no podía ver su cuerpo, empezó a reconstruirse y aprender a amarse.
«No hay una puerta que haya muerto millonaria, sólo se enriquecen las y los proxenetas. Las putas mueren pobres, viejas, enfermas».
La vergüenza y el dolor son las dos marcas que quedan de la prostitución. Aunque quienes lo viven en su momento están anestesiadas. Sonia comenzó a sentir cada pedacito de si cuerpo.
«Esos pedacitos de mí que estaban rotos en mil pedazos».
Para ella, las mujeres merecemos una vida libre de violencia y eso también significa una vida libre de prostitución y trata. La prostitución no es un trabajo y no lo será jamás. Las mujeres nacieron para ser libres, no para ser putas.
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