BUENOS AIRES, ARGENTINA. – Javier Milei enfrenta su peor momento como presidente de Argentina. Por primera vez en 14 meses de Gobierno, no tiene capacidad de reacción y nada amaina la tormenta que él mismo provocó hace cuatro días. La crisis, marcada por graves sospechas de corrupción, ha puesto en jaque su credibilidad y liderazgo dentro de la ultraderecha global.
La crisis comenzó el viernes pasado, a las siete de la noche, cuando Milei escribió un tuit que desmoronó su base de apoyo, le hizo perder el respaldo de sus seguidores, evaporó su autopercepción de ser «el mejor presidente en la historia de la humanidad» y «genio de la economía» que merecía un Nobel. Además, alimentó fuertes sospechas de corrupción y desató causas judiciales en su contra en Argentina y Estados Unidos.
«La Argentina Liberal crece!!! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina», decía el mensaje presidencial, que incluía un enlace a una web donde sus 3.8 millones de seguidores en X podían comprar directamente la nueva y desconocida criptomoneda $Libra.
Milei, además, fijó el tuit para que no se perdiera entre la catarata de publicaciones que realiza a diario. En ese momento, $Libra valía cero dólares, pero en minutos, y gracias a la publicidad presidencial, se apreció significativamente. El furor cripto estalló y decenas de miles de inversores de distintos países se sumaron a la oleada.
Denuncias de corrupción y fraude
Las voces de alerta no tardaron en aparecer. En redes sociales, especialistas en criptomonedas manifestaron su desconfianza, y con razón: con la misma rapidez con la que el valor de $Libra se disparó, se desplomó. La burbuja permitió que en pocas horas, una decena de especuladores —que se sospecha tenían información privilegiada— obtuvieran ganancias de alrededor de 100 millones de dólares, mientras miles de personas perdieron lo invertido. El mecanismo se asemeja a las estafas piramidales.
Cuatro horas después del tuit, cuando las denuncias de fraude inundaban las redes, Milei eliminó la publicación. «No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y, luego de haberme interiorizado, decidí no seguir dándole difusión», se justificó. Pero ya era demasiado tarde.
El escándalo era imparable. Mientras el oficialismo se refugiaba en el silencio, la oposición lo acusó de fraude, estafa, negociaciones incompatibles con la función pública, manejo de información privilegiada, tráfico de influencias y violaciones a la ley de ética pública. Actualmente, hay más de 100 causas penales en su contra, pedidos de juicio político y una denuncia ante el FBI por presuntos delitos financieros.
Excusas insuficientes
Desde la noche del viernes, el caso ha dominado la conversación pública en Argentina, incluso en las madrugadas. El sábado por la mañana, Hayden Mark Davis, fundador de $Libra, reveló que era asesor de Milei y que éste le había garantizado apoyo a su criptomoneda. Periodistas argentinos también expusieron que Milei tenía vínculos con empresarios cripto desde el año pasado y que algunos lo habían visitado en la Casa Rosada.
El argumento de que «no estaba interiorizado» se debilitaba. Tampoco supo explicar por qué mantuvo el tuit fijado por cuatro horas si desde los primeros minutos hubo advertencias sobre la estafa.
Uno de los signos más evidentes de que el escándalo golpeó fuertemente al Gobierno fue que Milei desapareció de redes sociales por casi un día, algo inédito en su gestión. Además, la prensa corporativa argentina, que había sido favorable a su administración, adoptó una postura crítica en sus portadas dominicales. Medios internacionales e influencers financieros de EE.UU. y Europa también se hicieron eco.
Corrupción y control de daños fallido
El Gobierno intentó minimizar el impacto recurriendo a estrategias conocidas. Primero, algunos voceros aseguraron que Milei había sido hackeado; luego, que fue víctima de un engaño. Incluso, una diputada afirmó que el presidente no había escrito el tuit «en ejercicio de sus funciones» porque los presidentes tienen horario laboral. Otra senadora lo atribuyó a la influencia astrológica de Plutón en Acuario.
Cuando estas excusas fracasaron, recurrieron al argumento habitual: involucrar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, esta vez, la estrategia polarizadora no tuvo efecto. El escándalo afectó principalmente a libertarios argentinos y extranjeros que confiaron en Milei y perdieron su dinero. Sin su tuit, la estafa no habría ocurrido.
Una crisis sin fin
En un intento de controlar la crisis, el sábado por la noche Milei anunció una investigación oficial en la que nadie confió: era equivalente a investigarse a sí mismo. Luego, anunció que hablaría en una entrevista con el periodista oficialista Jonatan Viale en TN.
La estrategia fue un desastre. Milei negó haber promocionado la criptomoneda, aseguró que solo la «difundió» y dijo que su cuenta en X era personal, sin comprender que su rol de presidente es permanente. Además, culpó a las víctimas: «Si vas al casino y perdés plata, ¿cual es el reclamo?», dijo sin mostrar empatía.
Poco después, TN subió la entrevista sin edición a YouTube, revelando que Milei recibía indicaciones en vivo de su asesor Santiago Caputo y que el periodista aceptaba cambiar preguntas para evitar «quilombos judiciales».
El martes, el diario La Nación reveló que Hayden Mark Davis coordinaba una estrategia conjunta con el Gobierno para resolver la crisis. Además, se filtraron mensajes en los que el empresario aseguraba que controlaba a Milei mediante sobornos a su hermana Karina Milei, secretaria general de la Presidencia. Esta revelación confirma que el escándalo de corrupción está lejos de terminar.