Tlaxcala, Tlax.— La creación artística de Javier Meléndez Bello es vasta, hablar de su trayectoria implica recorrer más de tres décadas de trabajo enfocado en plasmar, mediante murales, el arte religioso, diversos retratos así como la memoria histórica de las comunidades a las faldas de la Matlalcueyetl.
Escenario Tlx conversó con el muralista originario de San Pedro Tlalcuapan, una comunidad de origen nahua. Javier Meléndez Bello suma 35 años de trayectoria y cuyo trabajo es un referente para entender la identidad cultural de las comunidades a las faldas de la Matlalcueyetl. En la actualidad los murales de la presidencia enmarcan el sincretismo vuelto fe, historia local y colores que cohabitan en la obra de este muralista tlalcualpeño.
Un muralista formado entre historia, barro y su comunidad
Con formación en Artes, Javier Meléndez Bello ha explorado distintos lenguajes visuales: artes plásticas, muralismo y pintura a caballete. Sin embargo, su especialidad es plasmar la riqueza histórica, cultural y religiosa de las comunidades de la Malintzin. A través de una extensa bibliografía local y mediante el apoyo de las comunidades, ha creado murales que reflejan la cultura, fe y creencias de estas localidades de habla náhuatl.

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Sus intereses son amplios y se entrelazan con su gusto por los colores, las fuentes históricas así como la disponibilidad y la cercanía con la gente de cada comunidad. Esta cercanía con su tierra, las tradiciones y los colores vivos de los pueblos se manifiestan en cada uno de sus murales. Para él, cada obra cuenta una historia. El barro es, en todas las culturas, un elemento base en la creación artística. Para Javier Meléndez Bello, el trabajar la cerámica a partir del barro es una base importante en cada una de las culturas de la tierra.
«El barro es él papá de todo, de toda la cerámica que existe. En todos los tiempos la mamá de la cerámica es el barro» expresó.
Esto refleja una relación histórica y práctica del material con el artista a la par que, de su entorno social y natural. Para él, cada persona tiene una inspiración en particular, todos tienen una persona con quien podemos identificarnos.
«A mí me encanta trabajarlo, me encanta jugarlo, me encanta hacerlo, me permite hacer mis propias ideas» puntualizó.
Los murales: estilo, inspiración e historia para Javier Meléndez Bello
Él reconoce que cada persona, de forma particular, tiene una forma de expresarse. De manera particular, expresa que «su estilo, es una forma de expresarse, no tiene complicaciones y es muy fácil de entender«. Para él, sus murales deben de tener una claridad visual para que tanto chicos, jóvenes o adultos logren entenderlas. Hacer retratos, paisajes, ángeles y santos es algo que realiza con gran soltura.
Sus obras han migrado a otros lados. Algunas se han ido al extranjero, otras más se encuentran en la Ciudad de México, Puebla y Tlaxcala. Para el caso de Tlalcuapan, sus obras pueden ser ubicadas en tres espacios que son muy significativos: la presidencia auxiliar y los dos templos de la comunidad de San Pedro Tlalcuapan que muestran la historia y el sincretismo religioso de este pueblo.

«Fue el 10 de octubre cuando se fundó el pueblo, un martes 10 de octubre en 1533. Ahí nace la inquietud de hacer un mural» enfatizó Javier meléndez bello, muralista de Tlalcuapan.
En la parte superior de la presidencia auxiliar de Tlalcuapan se ubica un mural que detalla la fundación del pueblo en manos de Diego Martín Tzontlimatzi Chichimecatecutli y el proceso de sincretismo religioso durante la conquista. En el templo de San Pedro se encuentran pinturas de la llegada del santo patrón al templo así como el escudo de armas de la comunidad. En ellas se encuentra fechada la llegada de la imagen en el año de 1749.

Finalmente, en el templo de la Defensa, se encuentran una serie de murales que narran la llegada de la imagen de la imagen de la virgen del Pilar a la comunidad de San Pedro Tlalcuapan, en el año de 1850. Con una extensión de 30 metros cuadrados, Javier Meléndez Bello ha plasmado la historia religiosa de esta advocación mariana. A la fecha, es una obra que ha sido intervenida de manera recurrente, siendo su gran proyecto de vida.
«El legado que le dejo a la comunidad»
Su trabajo trasciende de lo estético, este es un legado vivo para todos los pobladores de San Pedro Tlalcuapan. Sus murales y piezas forman parte de un compromiso con el pasado, presente y futuro de su comunidad de origen. Para él, toda pieza conlleva un reto y nuevos aprendizajes.
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