Tlaxcala, Tlax. El caso de Rosa Lídice González Suárez es de éxito porque a sus 28 años tuvo una cirugía de implante coclear para poder recuperar la audición, la cual es más común en recién nacidos o infantes. Ahora se encuentra cursando su segunda licenciatura a los 31 años.
Lídice desde el primer año de edad tuvo rehabilitación en el Instituto Nacional de Comunicación Humana en México, un seguimiento pediátrico de 15 años en el Instituto Nacional de Perinatología, donde le diagnostican hipoacusia, problema auditivo que genera complicaciones en el desarrollo del lenguaje.

Lídice y su trayectoria
La joven, cursó primaria, secundaria y preparatoria en distintas escuelas y cuando concluyó con el nivel medio superior decidió estudiar la carrera de cosmetología clínica, en Puebla.
En 2014 estableció un spa y comenzó a trabajar. Pero el 12 de octubre de 2016 le colocaron el implante coclear, y no pudo seguir ejerciendo como cosmetóloga debido a la interferencia del implante con los aparatos de alta frecuencia que manejaba.
Sus padres le sugirieron otra profesión y optó por Nutrición Clínica, en la que hasta sexto semestre cursó sin mayor inconveniente. Sin embargo, al comenzar a trabajar en la Secretaría de Salud, sus horarios se complicaron. Y en 7mo. semestre se dio de baja por lo mismo.
Aunado a ello, la pandemia por covid-19 y el uso de cubrebocas hizo que Lídice no pudiera aplicar lectura labiofacial. Incluso ella y su familia adquirieron cubrebocas transparentes para facilitar su desempeño en clase.
No obstante, Lídice compartió en sus redes sociales una imagen contenta por la conclusión de un proyecto académico más.
La experiencia de su madre
Desde que le detectaron hipoacusia a Lídice para su madre ha sido difícil sobrellevar la situación. Por lo mismo, decidió quedarse en la CDMX, mientras su esposo continuaba con la trayectoria de marino. Sin embargo, siempre contó el apoyo de su familia y de su marido.
«Yo no me lo creía, yo me resistía. Es una situación muy difícil y uno como madre no lo acepta», comentó.
A los 5 meses y medio, Lídice ya usaba su primer aparato. Y en el hospital de SEMAR los mandaron al Instituto Nacional de Comunicación Humana, lo que permitió una estimulación temprana auditiva en la pequeña.
No obstante, ser profesionista y al mismo tiempo madre fue un reto. Por ejemplo, luego del trabajo debía llegar y hacer terapias, tareas y vocalización con Lídice.
Fue hasta 2016 cuando el padre de Lídice se jubilaba, que quiso un servicio médico de por vida en el SEMAR para ella, en dicho lugar la evaluaron y le dijeron que era candidata para un implante coclear.
Así mismo, ahora que su hija es mayor se ha enterado de muchas cosas que de pequeña le sucedían.
«Hasta ahora que Lídice es grande me dice[…] ‘los niños me pegaban, la maestra mandaba a los niños a jalarme las coletas a pegarme a todo’ y dices cómo no me di cuenta», resaltó.
Es por ello, que como madre acudía a las escuelas para solicitar la inclusión de niños y niñas con discapacidad. Recibió apoyo durante un tiempo del grupo de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), donde entendieron mejor la situación pues las escuelas a las que los redirigían contaban con la atención de una persona de Educación Especial.
«Hasta ahora, la universidad ha sido la parte más difícil […] Yo como madre la admiro».
Desde la terapia auditivo verbal
El tamiz auditivo es un examen de detección temprana de sordera que se aplica a todos los niños al nacer.
Por otro lado, un implante coclear, es un dispositivo médico electrónico que sustituye la función del oído interno dañado. La parte externa es un procesador de sonido, que recupera y transmite el sonido codificado a la parte interna. Este convierte señales en impulsos eléctricos y estimula el nervio auditivo que envía impulsos al cerebro para interpretarse como sonido.
El implante es un dispositivo al igual que el resto de los aparatos auditivos de ampliación de sonido, sin embargo, el coclear es más invasivo.
Edna Castillo, licenciada en educación especial y quien se encuentra laborando como terapista auditivo verbal, es la terapeuta de Lídice. El tipo de terapia va enfocada a la audición como medio y alternativa para lograr la rehabilitación del lenguaje.
Dentro de los problemas de audición se encuentra la hipoacusia, pérdida no total que se manifiesta en diferentes grados. Y Lídice aun con hipoacusia, adquirió el lenguaje gracias a los restos auditivos que tenía y la lectura labiofacial.
El implante permite oír, pero se debe aprender a escuchar. Lo cual es un proceso terapéutico de identificación, discriminación y localización del lenguaje.
Debido a que Lídice habla las cosas se complican, pues los profesionales que ahora la conocen no saben del todo el proceso que esto implicó. Tampoco de la necesidad de seguir leyendo los labios para poder avanzar en los procesos cognitivos y terminar la carrera con éxito.
Ella continúa en rehabilitación pero su prioridad es ser una profesional y una persona productiva. Aún así, continuará su terapia para avanzar en el desarrollo de las habilidades auditivas.
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